PARÍS, AÑO 1996 [SEGUNDA PARTE]
La vida de Violet Hansen ha cambiado enormemente. Es una ocupada universitaria con una vida un poco monótona; los amigos perfectos, el novio perfecto, la reputación perfecta.
¿Pero qué pasará cuando sus amigos decid...
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𝐏𝐀𝐑𝐈́𝐒, 𝐅𝐑𝐀𝐍𝐂𝐈𝐀
𝟑𝟏 𝐃𝐄 𝐃𝐈𝐂𝐈𝐄𝐌𝐁𝐑𝐄 𝐃𝐄 𝟏𝟗𝟗𝟔
SON LAS DIEZ DE LA NOCHE. El año nuevo ya está presente.
La Torre Eiffel está repleta de luces mágicas, atrayendo, así, la atención de numerosos turistas, que escogieron la capital francesa como la elección para sus vacaciones navideñas. Las calles ya respiran el ambiente que va a acoger el nuevo año, gente que camina con felicidad, portando bolsas con artículos festivos; confettis, antifaces, serpentinas...
El Arco del Triunfo es contemplado por miles de personas que esperan la llegada de este nuevo año. En su parte más alta, se proyectan unos números de colores verdosos indicando que el año 1997 está apunto de convertirse en una realidad.
En la otra mitad de la capital, sobre una calle de Montmartre, que ahora parece desértica, se encuentra un joven, postrado sobre una enorme habitación que le trae grandes recuerdos, pues, los eventos más importantes de su vida se han producido ahí.
Pósters de bandas, que el parisino atribuye a su plena adolescencia, yacen sobre las paredes blancas del lugar, revistas de artículos musicales, con consejos que pueden servir para la producción de cualquier track de electrónica, vinilos, cassettes deteriorados, lapiceros que mordió tras la enorme angustia que está sintiendo y un espejo empañado tras tomar una ducha en el baño.
Sus pensamientos fluyen en aquella cabeza llena de rizos con textura mojada.
Retira la toalla de algodón que yace sobre sobre la parte baja de su tronco, cubierto con ropa interior. Las gotas, que aún han sobrevivido a la fría temperatura del reciente invierno, recorren los poros de su piel. Limpia el vapor del espejo para observar su silueta de forma completa.
Adopta una posición recta.
¿Se fue por qué...?
¿Tal vez era por qué era demasiado delgado?
¿Por su altura?
¿O por aquellos rizos, herencia inevitable de su padre, que asoman en su frente?
¿Sería por su rostro cansado y debilitado?
Conoce los exigentes estándares de belleza parisinos. Hombres que visten de forma elegante, cabello cuidado, mirada penetrante, masa muscular y una seducción automática. Sus pupilas recorren su cuerpo, inspeccionándose completamente, y odiando cada parte de su anatomía humana. Cuando su estudio intensivo finaliza, produce una pequeña mueca suspirando y se deja caer en la cama.
