PARÍS, AÑO 1996 [SEGUNDA PARTE]
La vida de Violet Hansen ha cambiado enormemente. Es una ocupada universitaria con una vida un poco monótona; los amigos perfectos, el novio perfecto, la reputación perfecta.
¿Pero qué pasará cuando sus amigos decid...
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EL ARMARIO ESTÁ MÁS REPLETO QUE DE COSTUMBRE. Jane ha rebuscado durante horas alguna prenda textil que crea puede cumplir las altas expectativas que ella cree que debo representar.
El calendario marca tres de enero. En cualquier otra ocasión no sería nada importante o destacable. Excepto que tiene lugar el cumpleaños de una persona que...
Siento un toque de hombro que interrumpe mis pensamientos temerosos.
—Tu armario es realmente un desastre, Violet.
Esbozo una mirada de arrepentimiento.
Probablemente no debería haber aceptado la invitación. Ni siquiera debería haber vuelto a París. Siento que todo esto será un completo fracaso.
—¿Es algo nuevo?
—No —Jane niega esbozando una ligera sonrisa —. Ya sabemos que eres un enorme desastre, amiga.
Me dejo caer sobre la cama, mi espalda impacta con brutalidad en el colchón, dejándome tumbar sobre la superficie. Enredo un mechón de mi cabello y miro fijamente al techo.
No lo haré.
Estoy decidida.
—Deberías parar con eso —inquiero con temor —. No creo que...
—¿Qué? —se voltea inmediatamente sosteniendo varias prendas de ropa en ambas manos. Sopla con fuerza cuando siente que un mechón de cabello se cuela sobre su vista —. ¿Me harás esto después de estar toda la tarde buscando algún conjunto? —frunce el ceño —. Por que te juro que si eso ocurre, ya no responderé a tus plegarias, nunca más.
—No, no es eso, Jane —replico ansiosamente —. Es solo que siento que esto es un error —me volteo hacia su silueta —. Solo me invitó por compromiso. No creo que...
—Oh, irás —lanza la ropa hacia el suelo —. Irás, te preparé el mejor conjunto que nunca antes hayas tenido puesto. Le harás ver que estuviste todo el tiempo aquí y le dejarás sin aliento. —levanta su dedo índice, tratando de expresar un tono autoritario, y me señala constantemente.
—¿Crees que eso sirva? —me encojo de hombros dejándome arrastrar por la emoción. Por la emoción de sentir que algo pudiese ocurrir esta noche —. Hélène estará allí. No es como que vaya a ocurrir algo.
—¿Otra vez? —agita la cabeza con incredulidad —. ¿Será que alguna vez desaparecerá?
—Es su novia, Jane —respondo —. No lo hará nunca, a menos, que un tsunami invada todo París y el viento la arrastre a alguna parte remota.
