𝘹𝘹𝘪. vingt et un
𝐕𝐑𝐀𝐈𝐄𝐒 𝐄𝐗𝐂𝐔𝐒𝐄𝐒
PAÑUELOS DE PAPEL CON ESENCIA DE VAINILLA, ESPARCIDOS POR LA HABITACIÓN. Un pijama sobre mi cuerpo, sábanas que cubren mi silueta, un vaso de agua, que yace sobre una mesa de noche, mi rostro, lleno de lágrimas que aún no se desvanecieron.
Es sábado, se supone que hoy es un día para pasarlo en grande, tal vez hacer planes con tus amigos, visualizar sitios escondidos de la ciudad, comer pasteles exquisitos, o bailar con música energética, hasta que la noche se esconda.
Pero nada de eso ocurre, solo estoy posada sobre mi cama con una almohada húmeda, debido a las veces que apoyé mi rostro sobre ella, llorando como si me hubiesen arrancado el corazón.
Es extraño, nunca he sido una persona demasiado sociable, por lo que mi etapa adolescente, estuvo más marcada por mi soledad, que, por empezar a conocer chicos, al contrario de muchas de mis compañeras de clase, que solían hablar todas las sesiones de los descansos, sobre cómo habían conocido a cualquier chico lindo.
Tal vez, estos años, hubiese conocido a jóvenes apuestos, con los que había tenido algún encuentro, y muchos rechazos, después de conocer que no soy una persona muy estable, y que tiendo a ignorar a la multitud.
Pero nunca había dolido tanto como esto.
Es como si la historia se volviese a repetir.
Y eso tal vez sea lo que más enojo me provoca, por que volví a repetirme un millón de veces, que su presencia apenas era importante para mí, que mi respiración no se cortaba continuamente, cada vez, que su silueta estaba cerca de la mía, que no comenzaba a sentir un halo de emociones, cada vez que surgía un encuentro.
Intenté convencerme de que no le necesitaba, que solo era una persona que me había provocado daño y que no podría volver a surgir un enamoramiento. Las lágrimas vuelven a formarse sobre mis pupilas, como agua de desierto, y se desvanecen sobre mis mejillas, desapareciendo completamente.
Entierro mi rostro sobre la almohada, con tacto de algodón, para dejar que las lágrimas vuelvan a fluir con rapidez, es la única forma en la que podría sentirme mejor, al menos si dejo liberar mis emociones, podría tranquilizarme.
Un golpe de puerta estruendoso suena de repente, interrumpiendo mi llantina débil, por lo que estoy obligada a levantarme de aquella cama, donde he yacido casi toda la jornada del día, para mirarme al espejo, tratando de ocultar mis ojos humedecidos, para esbozar mi mejor rostro y fingir que nada ocurre.
Mi mano izquierda ya viaja por la palanca, con materiales de dudosa calidad, para abrirla y dar la bienvenida a la persona que hubiese tenido el amable gesto de visitarme, después de mi semana descorazonada.
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𝐇𝐎𝐌𝐄𝐖𝐎𝐑𝐊 𝐈𝐈 ─ daft punk fanfiction.
FanfictionPARÍS, AÑO 1996 [SEGUNDA PARTE] La vida de Violet Hansen ha cambiado enormemente. Es una ocupada universitaria con una vida un poco monótona; los amigos perfectos, el novio perfecto, la reputación perfecta. ¿Pero qué pasará cuando sus amigos decid...