PARÍS, AÑO 1996 [SEGUNDA PARTE]
La vida de Violet Hansen ha cambiado enormemente. Es una ocupada universitaria con una vida un poco monótona; los amigos perfectos, el novio perfecto, la reputación perfecta.
¿Pero qué pasará cuando sus amigos decid...
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UN SEÑOR QUE PORTA UN TRAJE ELEGANTE ADOPTA SUS LENTES EN EL PUENTE DE LA NARIZ y comienza a observar con recelo unas hojas de cuaderno con párrafos en tinta de color azul.
Hace un gesto de negación con la cabeza.
—Su trabajo de investigación sigue estando incompleto —replica aquellas palabras, que son como una mera bala de cualquier arma peligrosa, que entra sobre las cavidades de mi corazón y lo destruye —. Realmente siento que tendrá que repetirlo.
—¿Su nombre?...
—Violet.
El hombre asiente y mira al resto de mis compañeros franceses, tratando de buscar una reacción precisa.
—¿Qué es lo que hice mal esta vez? —me cruzo de brazos desesperadamente —. Yo solo creo que no está valorando todo el esfuerzo que yo he estado...
—Sus traducciones son demasiado literales, señorita, es como si hubiera tomado cualquier diccionario básico de gramática francesa, y hubiese escrito el primer significado que hubiese anotado en la página —replica —. Necesita practicar traducciones con mucho más sentido. Tampoco creo que sea justo para sus compañeros —declara —. Ellos han trabajado demasiado, y su presencia solo les dificulta las cosas, así que he pensado que tal vez debería hacer el trabajo individualmente.
Mi respiración se entrecorta con facilidad, es como si un objeto punzante y afilado, hubiera viajado por los conductos de mi garganta hasta llegar a mis pulmones. Puede que en un pasado hubiese causado demasiado daño a algunas personas, y ahora el destino hubiese tomado la brillante decisión de devolverme todo esto, arruinando mi estancia, que ya era realmente complicada, en París, para terminar, enredándome sobre un ataque psicótico y tomar un avión de vuelta a Seattle.
—Eso es lo que todo el grupo piensa —la joven irritante inquiere —. Tu nivel de francés realmente no es tan bueno como todo el mundo te hizo creer, y creo que está afectando a nuestro rendimiento como grupo.
Me llevo las manos a la cabeza, tratando de no parecer una completa estudiante histérica a punto de desfallecer sobre el viejo y deteriorado suelo, aunque logré lo contrario.
—No tiene por qué reaccionar así —el profesor declara —. Creo que esto es algo que le beneficiará, tendrá más tiempo para reflexionar qué es lo que sigue haciendo incorrectamente.
—¿Me beneficiará? —frunzo el ceño —. ¿Cómo cree que puede beneficiarme que abandone el grupo de trabajo cuando mi francés es deficiente? —vocifero ligeramente —. Realmente todos me tomaron manía por que los estudiantes extranjeros no estamos bienvenidos aquí.
