PARÍS, AÑO 1996 [SEGUNDA PARTE]
La vida de Violet Hansen ha cambiado enormemente. Es una ocupada universitaria con una vida un poco monótona; los amigos perfectos, el novio perfecto, la reputación perfecta.
¿Pero qué pasará cuando sus amigos decid...
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𝟕 𝐚𝐠𝐨𝐬𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝟏𝟗𝟗𝟖
𝐛𝐨𝐫𝐞𝐚𝐥𝐢𝐬 𝐟𝐞𝐬𝐭𝐢𝐯𝐚𝐥, 𝐦𝐨𝐧𝐭𝐞𝐩𝐞𝐥𝐥𝐢𝐞𝐫 (𝐟𝐫𝐚𝐧𝐜𝐢𝐚)
EL RIZADO TRAZA LÍNEAS IMAGINARIAS EN EL SUELO ENTARIMADO DE AQUEL JARDÍN, donde tomar el sol o disfrutar de una buena barbacoa al lado de una piscina de aguas cristalinas. Contempla como Philippe seca su cabello ondulado con una toalla de rizo y como Hubert disfruta de la buena temperatura del agua precipitándose sobre un extremo de aquella piscina resplandeciente. Philippe, entonces percatándose de su presencia visual, invita al joven a disfrutar de un baño. Sin embargo, Thomas pronuncia un «no» silencioso, esbozando una sonrisa de agradecimiento, para después voltear su rostro hacia el comedor.
—3 millones de dólares... ¿pueden creerlo?
—¿Y no lo aceptaste?
Paul deja deslizar su espalda sobre un sofá confortable. Probablemente el dueño de aquel apartamento se había asegurado de mantener todo con un aspecto impecable. La renta de apartamentos vacacionales en las regiones más apartadas de Francia se había convertido en un negocio ocasional para muchas familias.
—Es solo una canción. ¿Qué se supone que vamos a hacer?
—No sé, tú eres el cerebro pensante —sonríe jocosamente —. ¿O tal vez crees que mi hermano se enojaría si siguientes adelante con Stardust?
—Paul tiene un buen punto ahí —Gildas añade con una sonrisa templada —. ¿Estás conteniendo tus ideas solo por qué crees que Guy-Man se enojaría?
—En realidad, nunca hemos hablado de ello —Thomas añade jocosamente.
—¿Es necesario? —el ojiazul rompe el silencio —. Digo, nunca me dijiste nada por hacer música con Eric.
—¿No lo sé? —responde irónicamente lanzando una sonrisa aparatosa —. No estás enojado, ¿no? ¿O sí?
El ojiazul ríe agitando la cabeza con nerviosismo. Contempla al joven totalmente. Aún, con tan solo mirar su rostro, recuerda aquellas tardes lluviosas donde ambos solo eran dos adolescentes inocentes que frecuentaban la tienda de Danceteria en busca de vinilos de inspiración musical.
—¿Has leído la carta? —DJ Falcon insiste sosteniendo un trozo de tarta
