PARÍS, AÑO 1996 [SEGUNDA PARTE]
La vida de Violet Hansen ha cambiado enormemente. Es una ocupada universitaria con una vida un poco monótona; los amigos perfectos, el novio perfecto, la reputación perfecta.
¿Pero qué pasará cuando sus amigos decid...
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𝐎𝐂𝐓𝐔𝐁𝐑𝐄 𝐃𝐄 𝟏𝟗𝟗𝟔.
ESTAMOS SOBRE EL EXTERIOR DE LA RESIDENCIA. Charlie mira de forma nerviosa a los árboles, cuyas hojas ya comienzan a caer como si una tormenta se hubiera posado sobre ellas, Natalie sonríe con emoción, y los demás nos limitamos a esperar hasta que unas chicas aparecen.
Hoy hace algo de frío, más que desde llegamos, así que cruzo mis brazos para generar algo de calor. Ahora las jóvenes nos dedican sonrisas poco reveladoras, pero educadas. Son un grupo de cuatro chicas que intentan ser lo mas agradables posible.
Y la última creo que será la chica que me ayudará a volver de vuelta al país. Ella me sonríe. Tiene un pelo rizado, de un tamaño corto, tal vez recae más debajo de sus hombros. Luce un abrigo gris, un jersey color mostaza, unos pantalones vaqueros ajustados y unas zapatillas de color blanco.
—Soy Manon —me sonríe y me abraza de forma amable —. ¡Bienvenida a París!.... ¿ya viste la ciudad? —sonríe de oreja a oreja y me mira con emoción.
—Sí —asiento amablemente —. Anoche mismo me instalé.
—Encantada, Manon —acepto su mano e intento expulsar una sonrisa educada —. Me han dicho que ya estudiaste aquí —intenta entablar una conversación conmigo cuando observa mi timidez.
—¡Lo hice! —río —. ¿Cómo supiste?
—Tu expediente lo indica. ¡El Lycée Carnot! —afirma incrédula —. Es como una de las mejores escuelas de París.
—Tampoco es la gran cosa.
Comenzamos a caminar sobre el interior de la residencia, dejando a los demás detrás. Las escaleras ahora se muestran en nuestros ojos y subimos los peldaños con un ritmo rápido, pero conservando la delicadeza.
—¿Podrías mostrarme tu apartamento? —ríe —. Quiero asegurarme de que no hay ningún desperfecto, y si lo hubiera lo comunicaría a la dirección.
Asiento con la cabeza, y subimos los últimos peldaños que dan a mi apartamento. Cuando ambas estamos sobre la puerta, busco sobre mi chaqueta, en el bolsillo izquierdo las llaves que nos dan un acceso completo. Introduzco las llaves sobre la cerradura, produciendo una ligera vuelta, y ahora la puerta se abre de forma perfecta.
La joven entra sobre el espacioso apartamento de forma apresurada y examina cada hueco del reducido apartamento con cautela, pero siendo jocosamente detallista, examina cada lado, cada extremo, cada parte que este apartamento contiene.
