Capítulo 27: Sé valiente (II)

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Perdón por la demora, han sido días muy difíciles, tengo Covid y todos en mi familia también, eso me desanimó y preocupó mucho. Aun no termina esa enfermedad en nosotros, ni mucho menos, pero me hice un tiempo para subir este capi.

Sin más por el momento, espero que se sigan cuidando y que tengan un bonito inicio de año 2021.

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Capítulo 27: Sé valiente (II)

"Es mucho más fácil ser valiente cuando no tienes alternativa". Cómo entrenar a tu dragón. –Cressida Cowell

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Había amanecido hacía poco. El matrimonio tribal aún no empezaban sus deberes, pero un par de dragones Terrible Terror jugueteando en el techo de su casa amenazaban con terminar de despertarlos. Astrid iba a emitir un gruñido de molestia, pero se detuvo pues la verdad no estaba para nada molesta. Empezó a abrir los ojos con lentitud, mientras se acostumbraba a la luz diurna.

Cuando estuvo más consiente del momento se percató que estaba recostada boca abajo con medio cuerpo en la cama y la otra casi encima de su esposo. Ambos completamente desnudos, siendo vanamente cubiertos por una tela fresca que tapaba su espalda desde los hombros por todo el resto de su cuerpo. Colocó su rostro de lado, reposándolo a la altura de su corazón, donde podía escucharlo perfectamente, acariciando la cicatriz en el pecho de su esposo que tanta historia tenía de trasfondo.

Se acomodó de lado sin despertar a Hiccup y se enredó en la manta, cubriendo un poco a su esposo, más que por pudor, por la frescura de la mañana.

El jefe, en cuanto se sintió libre, se acomodó inconscientemente en una postura bastante extraña, haciendo reír un poco a la rubia quien luchaba con su cabello enmarañado. Despertar así era un hábito asombroso. No es que fuera así todas las noches, pero sí era increíble dormir al lado de Hiccup y mucho más estando en sus brazos.

Al cabo de unos minutos, decidió que era hora de empezar el día, aún con las mantas en su cuerpo se giró de la cama y trató de enderezarse, sin embargo, sintió que la jalaron hasta quedar de nuevo acostada.

Soltó una carcajada, y aún más cuando fue atrapada por completo por los cálidos brazos de él.

-¿Te levantas sin decirme buenos días? Qué maleducada. –murmuró en su cuello, abrazándola por detrás de su espalda. Hiccup rodeó sus brazos en su cintura, la estrechó y apegó su torso con su cuerpo.

Astrid rio un poquito, amaba que él hiciera eso.

-Buenos días, jefe. ¿Cómo amaneció? –dijo, cerrando los ojos de nuevo, como acto sin razonar, si fuera por ella volvería a quedarse dormida.

-Mucho mejor que otras veces, aunque, bien sabes que no tuve tiempo de dormir, a pesar de que estuve muy cómodo. –susurró empezando a besar su cuello dando pequeños besitos rápidos.

-Me imagino, debe ser la cama de plumas. –recordó, volteándose para quedar frente a él. –Tenías razón, es muy cómoda.

Hiccup sonrió, ladeando su cabeza, dándole un toque seductor que hubiera puesto a Astrid de rodillas si ella hubiera estado de pie. –Creo que amanecí bien porque desperté al lado de la mujer más hermosa que existe en el archipiélago.

La rubia no dijo más porque se dispuso a saborear esos labios que sólo eran suyos. El castaño, nada tardo, se posicionó sobre la rubia para empezar a besar su cuello desde otro ángulo más placentero para él y ella.

Cómo Escuchar a tu CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora