Capítulo 12: Siempre hay una esperanza (III)

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Les recuerdo que lo que está en cursiva son sucesos del pasado, en este capítulo regresamos a la línea temporal donde nos quedamos.

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Capítulo 12: Siempre hay una esperanza. (Tercera parte)

"Y ahora que sus ojos de rubí se fijan en el oro, no pueden ver a sus lágrimas,

Porque parece que están riendo en lugar de llorar.
Es un recordatorio constante que me dan, de la capacidad humana de crear algo bello,
incluso cuando las cosas están en oscuridad".

Cómo robar la espada de un dragón. Cressida Cowell

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El ruido de los rugidos aturdió a todos los berserkers de la isla. Los sonidos eran tan efusivos que habían desesperado a más de uno, incluso a Astrid que dentro de la fortificación podía escucharlos con la misma intensidad. Ruffnut iba detrás de ella tratando de detenerla, había presenciado las batallas de sus amigos en Berk, no quería una más, después de todo ella era su una amiga y ahora que sabía del bebé de ella, iba a cuidarlo.

-Astrid ten cuidado, por favor, Dagur puede lastimarte. –advirtió, tomándole del hombro cuando había salido rumbo al Gran Salón Berserker.

-No me lastimara si cree que tengo a su heredero dentro de mí. –confrontó, abriendo las puertas para que se dejara ver la escena.

La rubia se adentró al Gran Salón tratando de buscar o remediar esa actitud de su "esposo". Se colocó frente a él, esperando que los demás se hicieran a un lado.

-Lady mía llegas a tiempo para presenciar un momento histórico para Berserk. El furia nocturna está por ser asesinado. –informó alegre, apuntando con su ballesta, la misma que cinco años atrás llevó para cazarlo en la Isla Dragón, ahora sí cumpliría su función.

En el momento en que Toothless vio a la rubia dejo de moverse, y Astrid empañó sus ojos como si a través de esa mirada pudiera ver a Hiccup. Con sus ojos trató de calmarlo, y el dragón obedeció, acto que todos aprovecharon para acorralarlo y atarlo. Astrid se acomodó al lado de Dagur, recibiendo por parte de él un beso en la mejilla y un apretón de la cintura.

-Hermosa, ya que me darás un heredero, dime, ¿quieres enterrarle el hacha? –preguntó con cinismo.

Astrid se asustó no quería que le hicieran nada al dragón, y no lo iba a permitir.

En eso entraron Karena y Sotma. La castaña le pidió con ojos suplicantes a Astrid que no hiciera una locura.

-Tal vez deberías esperar un poco para matarlo. –sugirió la rubia, aceptando el abrazo, aguantándose las ganas de vomitar.

-¿Por qué? Yo quiero hacerlo ahora.

La rubia se mordió el labio, pensando en un plan rápido y al estilo berserker para que él creyera eso, claro que se acarició el vientre, pidiéndole a su bebé que le diera un buen y convincente plan.

-Quizá si lo reservas para una ocasión especial. –ayudó Karena, viendo que su amiga estaba en aprietos.

-Yo digo que hoy es un día especial, he confirmado que tendré un heredero. –dijo feliz, tomándole la mano a su esposa, alzándola juntos, recibiendo el vitoreo de todos los presentes, alzando sus tarros de hidromiel para celebrar la noticia.

Dagur sonrió triunfante, en realidad sí estaba feliz.

-Entonces... déjalo para el día en que tu hijo nazca. –pidió Astrid, esa fue la idea fugaz que apareció, apretó su vientre, rogando que esa sugerencia le convenciera lo suficiente.

Cómo Escuchar a tu CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora