Capítulo 25: No te confíes

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Capítulo 25: No te confíes.

"Todo puede empeorar en sólo cinco minutos".Cómo luchar contra la furia de un dragón. –Cressida Cowell

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Se quedaron unos momentos más en ese mágico lugar. Jugaron a aventarse agua, sumergirse en ese lago y claro que los besos y caricias que los acompañaban de diario, cada día eran más atrevidos entre ellos mismos, y a decir verdad estaban en una faceta de su vida juntos que amaban y disfrutaban por completo en todos los sentidos de una relación de dos jóvenes que se amaban y estaban casados, aunque lamentablemente estaba por terminar.

Salieron de lago y se secaron, las pocas prendas que llevaban estaban húmedas por lo que tardaron un poco en arreglarse, en especial Astrid por lo largo de su ahora cabello, el cual lucía siempre a medio recoger u ocasionalmente con su conocida trenza. Además de su ropa, que aunque lo negara, le daban a simple vista un status mucho más elevado que el del resto de las mujeres de la isla.

Por su parte, Hiccup se acomodó su prótesis y también se secó el torso mientras seguía observando a su lady. Astrid aprovechó que él estaba de espaldas y lo abrazó por detrás, escamándolo un poco, pero sonrió de inmediato, pues ella, a pesar de ser la vikinga más fuerte de Berk, tenía su lado tierno y amoroso que sólo compartía con él. La rubia apoyó su rostro en su hombro y lo besó dulcemente.

-Me encanta este tatuaje. –le susurró cerca de su oído, acariciando con sus dedos la superficie de piel donde se encontraba dicha marca de linaje.

Hiccup sabía a lo que se refería. –Ya me lo has dicho, aunque sigo sin entender por qué, ni siquiera recuerdo cuando me lo hicieron, mencionó, colocándose la camisa.

-No, porque tenías como una semana de nacido; y la verdad me agrada saber que prácticamente nadie sabe de esto.

-Supongo que no, es una tradición que corresponde sólo a la familia del jefe, si en algún momento llegué a pensar que yo no era hijo de Stoick, pues creo que con este tatuaje se demostraba que sí lo era. Cuando tengamos un hijo también le pondrán esta insignia en su hombro. –asumió orgulloso.

Cuando terminó de hablar se arrepintió de inmediato. No es que la palabra "hijo" o "bebé" estuvieran prohibidas, pero ambos trataban de no decirlas para no abrir viejas heridas, que a pesar de los meses habían cicatrizado no dejaban de ser dolorosas.

Astrid carraspeó su garganta, terminándose de poner las botas.

-Lo siento.

-Lo sé. –respondió Astrid, sonriendo, logrando tranquilizar a Hiccup. –Es sólo que... no deja de ser difícil, a veces recuerdo lo que pudo ser y...

-Y nos atormentamos con los "hubiera". –finalizó Hiccup, ajustando el resto de sus prendas.

-Pero, creo que, si la vida quiere... pronto será. –empezó, no muy segura de sus palabras y de cómo hacerle entender sus intenciones.

-¿A qué te refieres? –preguntó Hiccup, ilusionado.

-Nada, no me hagas caso. No de momento. –restó importancia, aunque ella ya había dejado de tomar el té desde hacía unos dos meses, esperado pronto darle la noticia a su esposo y a la isla.

En ese año Berk se había consolidado como una de las islas más fuertes y reconocidas de Luk Tuk, pero ellos, Astrid e Hiccup habían fortificado su unión a través de una complicidad y lealtad mucho mayor a la que tenían antes; sus sentimientos eran la dirección a cualquier decisión que tomaran y el corazón de cada uno era la perfecta guía.

Cómo Escuchar a tu CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora