Capítulo 38: Entre la mente y el corazón III
"A veces un rey tiene que hacer cosas terribles
para proteger a aquellos a quienes ha jurado cuidar.
Cuando las apuestas son tan altas, hay que tomar decisiones terribles.
Es la responsabilidad de un Rey asumir esa carga, esa culpa".
Cómo traicionar la confianza de un dragón - Cressida Cowell
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Heather llegó a su choza después de sobrevolar Berk. Windshear se quedó con Ildri en el establo que tenía fuera del la choza. Le tocaba la guardia pero Astrid mandó a alguien más, pues estaba cansada después del viaje a Berserk y Bog Burglar, sin mencionar la noche anterior con el ataque de las serpientes.
Bostezó en la entrada y abrió la puerta, tratando de hacer el menor ruido posible, sin embargo, al hacerlo, vio a Sotma sentada en una silla junto a mesita de madera que tenía mientras acariciaba a una gallina dormida plácidamente en su regazo. Deranged reconoció ese animal como la compañera de Tuffnut.
-Pensé que estarías dormida. –comentó Heather dejando su hacha en una esquina, junto a su armadura. También, justo a un lado de un estante, había une paquete preparado para el próximo cumpleaños de su amiga.
-Voy llegando. Estuve con la princesa Gullet y los enfermos de las mordeduras de serpientes. –explicó nerviosa.
-Ah, ya veo. Haces mucho por Berk. –halagó la chica. –Es lindo de tu parte, gracias.
Sotma se ruborizó un poco, ya que aunue Heather viviera en Berk, seguía siendo una princesa de Berserk, es decir, su superior. –Gracias, por cierto, ¿tú las dejaste? Las encontré en la puerta –preguntó la rubia, indicando las flores que había puesto en un jarrón con agua en la mesa principal.
Heather se quedó sin aliento. Eran unas flores hermosas, con tonos carmín, muy inusuales. –No, no las dejé. No te ofendas, pero ¿segura que son para ti?
-Pues supongo. El papel decía Sotma. Creo que debió ser algún familiar de los enfermos que ayudé a atender. -la rubia se encogió de hombros, pero Heather no quedó tranquila.
Las flores eran hermosas, algo mallugadas seguramente por el movimiento, pero ella conocía bien esas flores. Las había visto muchas veces en el jardín de alguien especial para ella. Respiró con dificultad, ¿qué era eso que sentía? Esa presión en el pecho y un fuerte latir no la dejaba tranquila.
Sentía coraje, desesperación, adrenalina. No era agradable. Sentía envidia de la dama de su hermana. Estaba celosa. Esas flores estaban sembradas en el jardín de Fishelgs.
Heather tomó su hacha de nuevo. Tenía que comprobar algo.
-¿Saldrás? Es muy noche. –se preocupó Sot.
-Sí. Daré, daré una vuelta más a la guardia. Me corresponde.
-Creí que Astrid...
-¡Jefa Astrid para ti! –le regañó dando un pisotón, expresando lo que sentía sin poder controlarse.
La rubia dio un paso hacia atrás y bajó la cabeza. –Lo siento... lo siento lady Heather. No debí hablar así de la jefa Astrid.
Deranged se sintió mal por hablarle de una manera tan poco cortés. Se estaba desquitando y tal vez ella no tenía culpa de nada.
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Cómo Escuchar a tu Corazón
RomanceCon tantos cambios, deberes y decisiones, ¿cómo se puede ser el jefe que todos esperan y el hombre que tu familia necesita, sin que ninguno de los tuyos, ni tú, salgan lastimados? Entre la responsabilidad y el corazón, ¿cómo elegir? Un jefe protege...