Capítulo diecinueve.

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Alguna parte del mundo / 21 de Julio / 11:54pm

Querida maestra:

He decidido hacer un cambio drástico en mi apariencia. Mi hermana me ha ayudado a cortar mi cabello. Al principio, cuando me vi por primera vez, odié como me veía. Me sentía mal porque según yo no me venía por mi cara tan redonda, pero ahora que ya me he acostumbrado pues, creo que se ve relativamente bien.

Pasó algo con Aiden. Sucedió así. Resulta que él se puso a ver televisión, pero como siempre se queda dormido, fui a apagarla.

"¿Quien eres?" Escuché que dijo su voz detrás de mi, se oía prepotente. Me giré con miedo, y cerré los ojos... Esperando su reacción. No escuché nada así que los abrí. Tenía la boca abierta. Junté mis cejas con vergüenza.

"¿Se ve muy mal?" Hice un puchero. De pronto Kaedé apareció de algún lugar.

"Se ve tan genial. Deberías aprender a cantar e ir a una audición de esas para ser famosa, o aprender a actuar..." Se sentó a un lado de Aiden, lo observó a la cara y se rio, luego con su mano cerró la boca de mi amigo. "Deja de babear." 

Éste miró hacia otra parte con enfado. 

"No estoy babeando." Hizo un mohín de disgusto y se encogió de hombros, pegándole con este a mi hermana. Kaedé conocía a Aiden desde pequeño, por eso tenían esa confianza. Ella siempre lo molestaba y le gastaba bromas pesadas, él siempre se enojaba y golpeaba despacio a mi hermana, le revolvía el cabello cuando ésta estudiaba o cuando ella le pedía una taza de té verde le echaba sal en vez de endulzante. 

"Ya dile que se ve bien." Alegó mi hermana con su cara de muerte, golpeando la parte trasera de la cabeza de mi amigo. 

"No puedes obligarme a decirle algo." Le hizo un desprecio cruzando sus brazos. Parecía un niño pequeño. No evité reírme, recibiendo la mirada absoluta de su persona. "¿De qué te ríes, tonta?" 

Me atraganté con mi propia saliva y caminé rápido hacia la cocina. La verdad es que no recibí respuesta de Aiden Bellerose, pero lo que si recibí fueron miradas furtivas que me dio durante toda la tarde y noche, incluso cuando le llevé el té de las nueve PM. Se me quedó viendo por mucho rato, hasta que yo me levanté del piso dejándole la taza en la mesilla y me despedí desde la puerta. 

Con mucho cariño, Haru. 














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