Capítulo veinte.

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Alguna parte del mundo / 23 de Julio /  01:40pm



Querida maestra: 

La noche de ayer le dije a mi hermana que iría al bosque para buscar unas flores especiales que siempre le daba a mi madre en su día. Se negó al principio, pero a veces puedo llegar a ser bastante insistente así que no tuvo mas remedio que aceptar. Ella pensaba que era peligroso, pero para mí no lo era. Sabía el camino correcto. A demás, no me asustaba para nada la oscuridad que emanaban los arboles. Pasaría por el  LeBlanc'vert, ya sabe, el lugar con mucho pastizal al que íbamos Lu, Aiden y yo a pasar el tiempo luego de la escuela. Cuando llegué al preciado lugar derramé unas cuantas lagrimas. Me sentía sola. Quería los consejos de Lucas. Lo quería a él, en realidad. Quería que me abrazara y me consolara. Que me molestara con sus cosas raras y que me hiciera reír a carcajadas hasta llorar. 

Nos vamos a casar cuando seamos adultos, no te haré llorar ni una sola vez, a menos que sea de risa. Te querré hasta ancianos, hasta que deje de respirar, aun así moriré admirando tu belleza. Decía él con rostro dramático mirando el cielo y luego reíamos.  

Viviremos en una casa que construirás aquí, en el LeBlanc'vert, tendremos jardines repletos de hermosas flores... Él me interrumpía.

Como tú. Hermosas flores como tú, ma belle. Sonreía. Yo rodaba los ojos. 

Nos daremos mucho, mucho, mucho amor, ¿Verdad, Lucas? Yo lo tomaba del brazo y mirábamos las nubes. 

Por supuesto. Él tomaba mi mano y la juntaba con la suya. Te cuidaré siempre, Haru. Eres lo más preciado que tengo. Lo más importante. Si algún día nos separamos, ten por seguro que moriré de tristeza. 

No digas esas cosas, Lu. No quiero ni imaginarlo. A demás, no habrá nadie que cuide a Aiden. Yo no sé cuidarlo. 

¿Sabes, Haru? No tengo idea por qué el idiot ese tiene tu amor completo. Me observaba confundido y luego sonreía sin mostrar los dientes. Creo que es muy afortunado por eso. 

Extrañaba esos momentos, maestra. Y ayer por la noche no logré contenerme mas y lloré tanto. Lloré gritando bajito y haciendo ruido. No me importaba que el cielo me escuchara, o que las estrellas me miraran con pena, o que los arboles movieran sus hojas, consolándome. 

Con tristeza, Haru.

TIMIDEZ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora