Capítulo treinta y siete.

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Alguna parte del mundo / 6 de Septiembre / 09:23am 


Querida maestra: 


Cuando desperté por la mañana no había nadie a mi lado. El sol estaba bastante cálido y éste entraba por la ventana gigante del techo, tuve que tapar mis ojos a la luz. Recordé todo lo que había pasado a media noche y sonreí sin darme cuenta. No podía creer que sus labios fueran tan suaves al tacto, me imaginé tantas veces besándolo, pero era algo imposible para mi. La vida me sonreía de oreja a oreja, estaba tan feliz. Sentía como la planta de mis pies ardían un poco por el roce de las ramas de ayer, seguramente tenía algunas heridas, pero no me importaba en lo absoluto. Me vi a mi misma por la noche siendo cargada por Aiden, siendo abrazada por sus pálidos brazos hacia la casa. Como el viento me hacía cariño en la nariz, como danzaba entre nosotros. 

Estaba segura de que había sido un sueño, todo había sido tan confuso. Pensaba en aquello con tanto afán pero Aiden Bellerose llegó a interrumpir aquellos pensamientos desanimados con una sonrisa tímida. 

"¿Dormiste bien?" Me observó con sus, ahora, cálidos ojos. Me miraba con tanta intensidad, me sentía tan querida. Asentí sin dejar de admirarlo, una mecha de mi cabello cayó sobre mi rostro. Se acercó lentamente y lo puso en su lugar, dejó su mano en mi mejilla a lo cual yo cerré los ojos acercando aun más mi rostro ante su toque. "Vístete, quiero salir contigo."

Espero que sea algo emocionante, maestra. En unas horas más, cuando llegue a casa, le escribiré otra carta. 


Con mucho cariño, Haru. 


TIMIDEZ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora