Capítulo trece.

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Alguna parte del mundo / 17 de Julio / 02:04pm

Querida maestra:

Por la mañana desperté por unos gemidos de dolor que escuché de repente. Aiden ardía en fiebre. Salté sin inmutarme y corrí a la cocina para buscar un paño húmedo. Se lo puse en la frente y partí, sin escuchar a mi hermana, a comprar medicina para mi amigo. Al regresar llevé una bandeja con éstas y un vaso con agua.

Entré a mi habitación. Dejé la bandeja a un lado y volteé el paño húmedo de su frente.

"Me duele la cabeza." Se removió y abrió los ojos.

"Lo sé... no debiste venir ayer por la noche mientras llovía, ahora tienes fiebre... pero traje medicina." Le ayudé a levantarse para que bebiera agua. Trataba de sujetarle el pañito mientras él bebía, y luego me quedó mirando fijamente. Mis mejillas comenzaron a ponerse color carmesí, y no podía levantar la vista. Solo la mantenía baja para no toparme con él. Aiden Bellerose tenía una forma particular de mirar a las personas, pero su mirada era distinta conmigo. Sentía profundidad y unas indudables ganas de saber lo que estaba pensando con desesperación. 

"Estoy alucinando." Movió la cabeza confundido.

"¿Por qué? ¿Qué tienes?" Tomé su rostro y lo revisé con cuidado, pasando mis dedos por sus mejillas. 

"Es que... eres tan bonita. Comme une déesse." Murmuró, de nuevo me miraba sin cerrar sus ojos. Quería sonreír y brincar de alegría ante sus palabras, pero hubiera sido muy evidente si lo hubiera hecho. No había entendido las ultimas palabras, pero entendí perfectamente que me dijo bonita. 

"Estas enfermo... recuéstate." Lo acomodé en la cama, tapándolo con algunas mantas. "Puedes quedarte lo que quieras."

Estaba a punto de salir cuando su voz me detiene. 

"Belle comme une déesse."


Con cariño, Haru. 


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