Capítulo cuarenta y dos.

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Alguna parte del mundo/ 7 de Septiembre / 4:50pm  

Querida maestra:

Creo que ya no puedo mandar solo una carta en un día, discúlpeme, pero es que estoy acostumbrada a dividir las mejores partes por cartas. 

Aiden se veía tan lindo. Sí, parezco la típica chica enamorada alabando a su amor, pero es que es verdad. No se ni como describir su piel tan pálida, es una obra de arte traída al mundo. Sus ojos tan profundamente hermosos, esos ojos que me observan a cada segundo y me matan tan lento. Lento pero exquisito a la vez. 

A veces iba caminando y su rostro estaba muy serio, pero luego me observaba, yo le hacía un ademán para que cambiara su expresión, y él sonreía, maestra. Sonreía por mi. Querida maestra, pasar todas las mañanas, tardes y noches con él, era una vida entera. Le juro que yo vivía una vida completa a su lado. Vivía mil vidas. Me sentía inmortal cuando sentía sus besos en mis labios. O cuando sentía que tocaba mi piel y susurraba que parecía porcelana, lo decía solo para que me sonrojara. Me gustaba cuando sus manos acariciaban mi cabello, lo hacía hermoso. Todo lo que él tocaba se volvía hermoso, ¿Recuerda la historia del Rey Midas? Bueno, es algo parecido, Aiden Bellerose no era vanidoso. Él era puro, y angelical. 

Quiero contarle todas las cosas que me gusta que haga cuando está conmigo:

Uno: Tomar mi mano en todo momento. 

Dos: Reír cuando digo algo que le hace gracia. 

Tres: Mirarme por largos tiempos. 

Cuatro: Besarme en momentos inesperados. 

Cinco: Decirme cosas que yo no pensaba jamas escuchar de parte de sus labios rosados. 

Seis: Sonrojarse cuando digo algo lindo para él. 

Siete: Compartir sus audífonos y escuchar la música que gusta. 

Ocho: Sonreír. 

Nueve: Sonreír. 

Diez: Sonreír. 

Con mucho amor, Haru. 


TIMIDEZ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora