Capítulo cuatro.

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Alguna parte del mundo / 27 de Junio / 9:23pm

Querida maestra:

Antes que nada, quiero que sepa algo: Yo amo, con mi vida, el uniforme de Aiden Bellerose.

No es realmente el uniforme de la escuela... él va a clases de Arte, y todos los del centro artístico deben usarlo, a él no le gusta, pero debe. La primera vez que se lo puso parecía un gatito enojado, y yo quedé tonta. Lucas tuvo que cerrarme la boca y Aiden al ver eso se puso rojo como un tomate.

Hoy, como iba a contar en esta carta, fui de paseo después de la escuela con mis dos mejores amigos. Según Lu estoy muy nerviosa, dice que mis uñas están feas porque las muerdo mucho, que necesito aire fresco y un poco de "Miradas a Aiden" en el cerro verde a un lado del parque. Gracias a quien quiera que esté entre los cielos, él fue con el uniforme que tanto me gusta. Mientras subíamos el cerro Aiden llevaba puesto sus auriculares, podía escuchar la canción, decía algo de:

"La mer est calme
Je la regarde
J'attends les remous"

Lo memoricé. Por supuesto que debo estar familiarizada con el francés, después de todo Aiden y Lucas son dos muchachos franceses, sus familias llegaron acá cuando ellos solo tenían seis y siete años. Ellos son inseparables desde incluso antes de nacer. Sus madres son mejores amigas al igual que sus hijos. 

Cuando voy a visitar a la familia Bellerose la madre de Aiden le habla en francés. Escuchara usted el acento tan fantástico que tiene mi amigo. Cuando lo escucho mis ojos se cierran automáticamente.

Volviendo a lo anterior, inmediatamente luego de volver a casa lo busqué, es de una canción llamaba "Le mer est calme" de Ben Mazué. Me gustó mucho. 

Llegamos al "LeBlanc'vert" como le dice Lucas, es un lugar que descubrimos jugando a las escondidas una vez. Nos sentamos en la sabana azul cielo que llevaban ellos luego de ponerlo sobre el pastizal.

Maestra, verlo a él recostarse en la tela es lo mas lindo que pude ver en mi vida. Yo estaba a su lado ya acostada, me miró por un segundo y luego cerró los ojos. Su piel blanca era como un suave algodón, sus labios carnosos me pedían a gritos que les diera un besito, sus manos a cada lado de su cuerpo me gritaban que las tomara y las acariciara. Pero no podía hacerlo... me dolía el pecho el pensar que nunca haría esas cosas. Luego de un minuto su respiración era lenta y tranquila, se había quedado dormido como siempre lo hacía en cualquier lugar.

Yo lo miraba tanto, maestra, y es que mi único pasatiempo favorito es mirarlo y mirarlo y mirarlo. Lucas solamente me observaba mirando a Aiden. No decía nada hasta que abrió su tonta bocota fea:

"Deberías decirle que te gusta"

Eso dijo, ¿Puede creerlo?

Obviamente se merecía el golpe que le propagué sin pena alguna. Le golpeé porque estaba diciendo... algo que jamás haría, porque soy tímida. Nunca le diré mis sentimientos a Aiden, nunca.

Con mucha tristeza, Haru.

TIMIDEZ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora