Capítulo veintiuno.

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Alguna parte del mundo / 18 de Agosto / 09:13pm 


Querida maestra: 


Lo siento por no escribirle, de verdad. He estado ocupada con mis deberes de la escuela y todas esas cosas. Aiden se fue hace una semana. Su madre dijo que ya no podía estar molestando acá pero resulta que no lo hacía, para nada. 

A pesar del comportamiento desinteresado de mi amigo la pasamos muy bien. Él veía televisión mientras yo lo dibujaba. O a veces nos la pasábamos observando la lluvia, ya que esos días eran bastante lluviosos, y nos poníamos audífonos para escuchar canciones románticas como Cherry Wine de Hozier, o quizás alguna de Harry Styles. Canciones que no le gustaban demasiado, pero de igual forma las escuchaba conmigo. También pasábamos el rato en la piscina abandonada, en donde estaba ese sillón viejo. Él siempre admiraba el paisaje y suspiraba mientras yo me recostaba en sus piernas viendo el cielo y a veces memorizando su rostro. Creo que él no se daba cuenta, aunque a veces sonreía sin razón. 

Una de las cosas que me gustó de mis semanas con él era cuando me observaba desde el suelo escalar los arboles hasta el final y ver el atardecer. Siempre sacaba la ultima hoja del árbol y cuando bajaba se la daba. Descubrí que en el libro de Historia tiene todas las hojas que le he dado, ya que en la escuela, en esa misma clase, se le cayó una hoja al piso. Él la recogió muy disimuladamente para que el profesor no se diera cuenta. Me dieron muchas ganas de reír, aunque no pude hacerlo en voz alta.

La otra vez Aiden tropezó con la alfombra de mi hermana cayendo al suelo de rodillas. Yo vi todo así que fui a ayudarlo. Se había hecho una herida en la derecha, ésta sangraba así que Kaedé que se reía de él en el marco de la puerta de su habitación me pasó una curita. Lo senté en el sillón, su cara demostraba desagrado ante lo que iba a hacer. Llevaba un short así que no tuve problemas, pero si los tuve cuando éste tocó mi mano deteniéndola para evitar que tocara su herida (que según él dolía mucho) con el paño mojado. Mi corazón se aceleró por su toque y no pude evitar quedarme admirando su belleza como una tonta. Su rostro se estaba poniendo rojo y cuando conectó su mirada con la mía se puso aún mas colorado llevando rápidamente su vista al suelo. 

"Te estás demorando." Susurró. Despabilé de un dos por tres manteniendo la cordura en el trabajo que debía hacer. Después de ponerle una curita tampoco pude evitar darle un pequeño besito ahí. Siempre lo hacía cuando le ponía una curita a alguien y esa vez no fue una excepción. "¿Q-Qué hiciste?" Tartamudeó él, y ahí me di cuenta de lo que había hecho. 

"L-Lo siento, no quise... Es que s-siempre lo hago, siempre, siempre." Me tapé las mejillas para que no las viera ponerse como tomate. "Lo siento." 

"Esta bien." Escuché una pequeña risa salir de su boca. "Vous êtes mignon." 

Se levantó después de decir eso con una mirada seria y caminó a mi habitación. 


Con mucho cariño, Haru. 




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