Con mucho amor, Haru.

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Alguna parte del mundo / 1 de Agosto / 11:23am


Querida maestra: 

Realmente no sé qué escribir. No sé qué sentimientos tener ni qué pensar en estos momentos. Como adulta debería sentirme sensata y madura, pero escribirle esto me hace sentir en los dieciséis nuevamente, cuando tenía un amor incondicionalmente secreto hacia Aiden Bellerose. Cuando mi hermana mayor y mi mejor amigo se tenían amor y no odio, como hoy. Cuando me sentía incómoda pero agradecida con Elizabeth. 

Nunca le di las gracias por leer lo que yo le mandaba. Ahora me causa gracia, era una niña muy egoísta... no pensé en si a usted le iba a agradar la idea de recibir cartas casi todos los días. Muchas cosas han cambiado desde la última carta que le envié. Estoy en la universidad estudiando algo que realmente amo... voy a ser una gran maestra de arte. Lo he pensado varios años y creo que realmente lograré hacerlo, me tengo fe. Bueno, por si se pregunta, Aiden está muy bien, está estudiando lo mismo que yo, él siempre fue artístico así que cuando me dijo lo que quería estudiar pues solo me sorprendí un poquito. Somos pareja, desde hace cinco años. Los dos hemos cambiado bastante, yo ya no tengo el cabello corto.

Sigue igual de dormilón, no se preocupe.

Lucas y Kaedé... no están juntos. Su amor terminó hace mas o menos tres años,  se llevan muy mal, tanto así que no pueden ni verse, cada vez que lo hacen discuten hasta mas no poder. Fue por orgullo. Ninguno de los dos quería pedir disculpas y prefirieron dejar lo que tenían y ponerle fin. Yo lloré un día completo eso sí, amaba su amor. Elizabeth se volvió mi mejor amiga. Siempre me viene a visitar a casa y trae pastelillos, su novia me cae muy bien, a demás de que es muy hermosa, hacen una bella pareja...

Tengo muchas palabras de agradecimiento para usted. Usted fue como una madre para mi. Por eso, gracias. Muchas gracias. Esta es la última carta. 

Con mucho amor, Haru. 




Las letras de la pequeña Haru se fueron directamente al fuego, consumiéndose en el como todos los recuerdos que tenía. Se quedó un momento ahí, esperando que algunas palabras se quemaran completamente, suspiró y frotó su cabello un tanto relajada. Caminó quitándose los tacones de tira negra hasta llegar a su cama, en la que su novio le esperaba leyendo un buen libro sobre bosques en invierno.  

—¿Lo hiciste? —Preguntó el chico, bajando sus anteojos y sonriendole a la mujer que mas amaba en su vida. Se veía tan bonita con su cabello largo, su piel de porcelana y aquellos grandes ojos que le habían cautivado desde el primer momento. 

—Si... extrañaba hacerlo. Se siente muy raro, Aiden. —La muchacha enredó sus brazos en la cintura de su novio y cerró los ojos. Estar con él era tener tranquilidad en el corazón. Era tener colores, sinfonías y arte. Aiden era arte. Arte en su mayor exactitud. Por la ventana podía verse como las estrellas palpitaban llenas de brillo y amor, miraban la escena con total agrado, igual que la luna, ella no dejaba de sonreír hacia la pareja. La melodía ya tan conocida para aquellos muchachos sonó por toda la habitación. Claro de luna

 — ¿Me permite este Vals, señorita? —El hermoso chico de cabellos negros se levantó de improviso y estiró su pálida mano hacia Haru, quien la tomó inmediatamente respondiendo que si lo aceptaba con todo gusto. Los dos se quedaron bailando bajo la luz de la luna, junto con su sonoridad favorita, demostrando ese amor tan grande y esplendoroso que se tendrían por siempre y para siempre.




FIN.

TIMIDEZ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora