Capítulo cinco.

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Querida maestra:

Es hora de contarle quién es Elizabeth. Eliza es... por así decirlo, una chica complicada en la escuela. No sabe la cantidad de cosas horribles que dicen de ella, pero yo no soy de las personas que juzgan sin conocer, no me gusta creer en esos rumores tontos.

La vez en que comenzaron las cosas extrañas fue cuando a Elizabeth le dio por golpear su casillero muchas veces en las horas de Historia que nos tocaban juntas. Se suponía que ella había pedido permiso para ir al baño pero no había vuelto, así que el maestro Monroe pidió que la fueran a buscar. Nadie se ofreció, era Elizabeth Marquéz a quien debíamos ir a buscar... recuerdo que levanté la mano, ofreciéndome. Todos abrieron los ojos muy grandes, y yo solo me reí por dentro por lo melodramáticos que eran.

Bueno, cuando la fui a buscar ella estaba golpeando su casillero, como conté anteriormente. Su mano sangraba, pero a ella no le importaba. Yo soy muy sensible en ese tipo de casos, así que miré horrorizada la escena y no contuve el llanto de preocupación. Corrí hacia ella y casi me lancé encima para que se detuviera. Ella lo tomó de sorpresa así que las dos caímos al piso, yo encima de ella, abrazándola.

"Qué haces." Recuerdo que dijo sorprendida. No sé que le contesté exactamente en ese momento, pero algo de que no quería que se siguiera lastimando. Ella no hizo ningún movimiento para que yo me saliera de encima, solo nos quedamos ahí. Me acuerdo que levanté la cabeza, viéndola, y ella me miraba ya. Le ordené ir a la enfermería para que le hicieran curaciones en las manos y ella aceptó sin decir nada mas, pensé que se negaría pero no lo hizo.

Desde ese momento, luego de dejarla en enfermería, comenzó lo que dije antes... no dejó de mirarme nunca. Me seguía a donde fuera desde lejos. Me esperaba luego de que sonará la campana para salir de la escuela. Miraba mal a quien hablara conmigo, o a quien estuviera cerca de mí. No sabe la mirada que le daba a Lucas, él varias veces me contó lo incómodo que se sentía, pero yo no podía hacer nada. Me daba miedo y timidez.

Una vez escuché que Elizabeth golpeaba a los que le reprochaban algo, y yo no quería estar en esa lista porque sabía que era verdad ese rumor. La vi con mis propios ojos golpeando a un chico. La gota rebalsó el vaso esta mañana...

Yo estaba buscando un pincel especial de acuarela en la sala de Arte que la maestra Susanna me había pedido llevarle. La puerta se abrió y cerró fuertemente dejando entrar a Eliza, quien me miró como un león acorralando a su presa. Se acercó mucho, mucho, mucho a mí.

"Estoy enamorada de ti."

Me confesó sus sentimientos, maestra. Lo encontraba un bonito gesto, le iba a decir gracias, que era muy lindo de su parte. 

(A propósito, hoy por la mañana una chica le confesó sus sentimientos a Aiden, yo estaba ahí, y es que un gran círculo de estudiantes los rodearon. Me sorprendió la frialdad de mi amigo al contestar que no le interesaba. Luego de eso se fue sin mas, dejando a la muchacha llorando desconsolada. Quiero aclararle que ahora me da mucho miedo que Aiden se enteré algún día de mi amor por él, ¿Se imagina me trata de igual forma que a la chica?) 

Estaba pensando en qué decirle hasta que ella, de verdad, se acercó mucho a mi rostro. Me iba a besar maestra, y yo no quería que lo hiciera, pero mi cuerpo no hacía nada por impedirlo y yo estaba desesperada, hasta que la puerta se abrió dejando ver a Aiden. Vi la luz de la salvación divina. Vi el reino glorioso. La esperanza. Lo vi a él. Aiden Bellerose.

Lo siguiente que oí fue shokeante. Tanto, que no lo olvidaré jamas.

"¿Qué estas haciendo tan cerca de mi novia, Elizabeth?"

La palabra "Novia" resonó en mis oídos como dos tambores.

"¿Tu novia?" Había preguntado la chica frente a mí, incrédula.

"Sí."

No podía creer lo que escuchaba.

"Ven, Haru." Vi como Aiden estiró sus brazos, cubiertos del uniforme que me encantaba, hacia mí. No dudé y corrí hacia él, abrazándolo fuerte. Éste puso sus brazos encima, protegiéndome de todo. "Ahora, no quiero que hagas nada imprudente en contra de nosotros y nuestro amor, ¿Escuchaste bien, Elizabeth? Si te atreves a cometer algo... te arrepentirás de haber llegado a esta escuela."

Y salimos de allí, aún abrazados.

Con cariño, Haru.

TIMIDEZ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora