Capítulo cuarenta y cuatro.

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Alguna parte del mundo / 11 de Septiembre / 07:23:pm 

Querida maestra:

Hoy después de comer algo nos alistamos con trajes de baño, toallas y algunas cosillas para merendar. Fuimos a la dichosa piscina que la arrendataria había dicho. Cuando llegamos al lugar quedamos muy impresionados, era muy bonito, maestra. La piscina era gigantesca, rodeada de reposeras de madera forradas en tela, jardines preciosos y palmeras. Era una maravilla, no sabíamos que cerca del bosque había un lugar así al otro lado, no nos imaginábamos que el cálido pueblo tuviera un lugar tan lujoso. 

Una chica nos guió hacia nuestras sillas cerca del agua y nos sirvió algunas malteadas que no habíamos pedido, de igual forma las recibimos en cortesía. Mi hermana tuvo que ir al baño a cambiarse ya que ella había ido con jeans y hacía mucho calor, pantalones cortos era mas recomendable. Yo andaba con prendas bastantes frescas así que no tuve ningún problema. 

Aiden tomó asiento en una de las reposeras agotado de caminar "tanto" y solo cerró los ojos, me senté frente a él aunque a una distancia considerada en una silla inflable bastante graciosa. Lucas se recostó delante de Aiden ya que éste tenía las piernas abiertas, entonces Lucas pudo acomodarse en el espacio que sobraba, no sé si logra entenderme. Me los quedé mirando con una sonrisa, los quería demasiado. 

"Haru, te ves hermosa." Exclamó de pronto Lucas, mirándome con una sonrisa malévola. No entendía que pretendía hacer pero su gesto no era muy puro que digamos. Me sonrojé y agaché mi cabeza agradeciéndole su comentario. 

"Faire attention, mon ami" Advirtió Aiden con un tono peligroso. Ya veía por donde iba la cosa. Asentí comprendiéndolo y solo me reí mirando hacia otra parte. Sus típicos juegos. 

"Tienes que tener en cuenta de que aunque ustedes estén de toartereaux ahora, cuando Haru sea mayor al igual que yo nos casaremos. Ya tenemos toda nuestra vida planeada. Acéptalo, Aiden" Mi mejor amigo de cabello castaño se largó a reír sin una pizca de remordimiento por lo dicho, se iba girar para ver el rostro de mi amor pero no alcanzó ya que éste lo tomó del mentón y de la cabeza para hacer un movimiento falso de que le rompía el cuello. Lucas puso los ojos en blanco y se hizo el muerto. 

No pude aguantar más y llegué a llorar de tantas carcajadas que di. Los dos muchachos me miraban con dulzura y ya sabe lo que sucedió con mis mejillas, me levanté y comencé a caminar rumbo a buscar a mi hermana que ya se estaba demorando demasiado. 

La tarde fue muy gratificante; escuchamos música, compartimos recuerdos, nos dimos un gran chapuzón, comimos cosas muy sabrosas y probamos muchos sabores de helado. También pude ver cómo Lucas le daba un pequeño besito en la frente a Kaedé. Creo que esa escena quedará plantada en mi memoria para siempre, espero que eso suceda porque fue tan lindo que quiero que esté allí para siempre. 

Lastimosamente para cuando llegamos a la casa tuvimos que arreglar las maletas y ordenar un poco. Mi hermana dio la idea de hacer una noche de malvaviscos para despedir el hogar, así que por la mañana le dejaré esta carta en el correo y la otra que haré por la noche para contarle como fue todo. 

Con mucho cariño, Haru. 

TIMIDEZ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora