Capítulo catorce.

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Algún lugar del mundo / 17 de Julio / 09:54pm

Querida maestra:

Hoy fue un día con bastante lluvia. No se detenía, o parecía no querer detenerse. Aiden, por la tarde, ya estaba bien. Se sentía mejor por la medicina que le había dado. Estábamos mirando el agua correr desde el cielo por mi ventana. Los dos teníamos la cabeza apoyada en un brazo para estar cómodos. Aiden tenía una expresión desinteresada. Yo, estaba feliz. Había recibido la noticia de que él se quedaría conmigo por lo menos una semana en la que se acostumbrara a estar sin Lucas, luego podría irse, o eso es lo que habían acordado la mamá de mi amigo y mi padre, que eran bastante cercanos. Ellos lo entendían. Aiden Bellerose y Lucas LeBlanc se habían criado juntos, sin separarse mas que para hacer sus cosas personales. Hasta la madre de Aiden estaba rara por la separación con su mejor amiga. Se veía triste... 

Pasaría tanto tiempo con Aiden que ya tenía planes para todos los días luego de la escuela. Claro, si él quería hacer esos planes conmigo. Con respecto a lo que él había dicho cuando estaba con mucha fiebre... al parecer no lo recordaba, tampoco se lo iba a recordar.

"Elizabeth... ¿Te ha vuelto a molestar?" Recuerdo que preguntó con voz ronca. Me aclaré la garganta porque no me había esperado eso.

"No me molestaba... ella solo... me confesó sus sentimientos." Miré por la ventana. De pronto se me vino a la cabeza. Ser rechazada por la persona que amas debía ser terrible. Bueno, técnicamente yo no le había dicho nada a Elizabeth... Elizabeth... ahora que lo pienso, maestra, no sé si ella es mayor o menor que yo.

"Te iba a besar, Haru." Su cara demostraba enojo. Se había enfadado y yo no sabía por qué.

"S-si, pero..." Me interrumpió.

"No puedes dejar que te bese, si no quieres..." Me miró por unos segundos, luego desvió la mirada hacia la ventana, y la dejó allí. Me quedé en silencio. No sabía qué pensar ante lo que mi amigo decía. No quería besarla... pero aún así iba a permitirlo. Hasta ese grado llega mi timidez, hasta el grado de no decir lo que siento. De no decir respuestas negativas. 

"Si no hubieras llegado..."

"Ella te hubiera besado sin tu consentimiento... porque, tú no querías besarla, ¿Verdad?" Me preguntó subiendo una ceja. Me puse roja de repente, pero no por lo que había dicho Aiden, si no que me había dado cuenta que yo no sacaba los ojos de sus labios rosados. Los veía tan bonitos. Que ganas de algún día poder tocarlos. 

Negué en respuesta.

"Bien..." Suspiró. Su perfil era tan atractivo. La lluvia se reflejaba en su rostro y el atardecer iluminaba la habitación. Saldría un arcoíris.

"Aiden..." Susurré con los ojos resplandecientes. Me sentía sin aliento.

"Haru." Puso sus ojos en mí.

"Va a salir un arcoíris."

"Verdad que cuando sale el sol con la lluvia se forma un arcoíris." Murmuró, sonriendo un poquitito.

"A veces creo que el sol y la lluvia están enamorados."

"¿Por qué?" Estaba confundido. Mi mente de pronto comenzó a pensar en cosas sin sentido y no tuve miedo de expresarlas libremente. 

"Porque sí. Pero es un amor imposible, por eso cuando el sol está por irse y justo aparece la lluvia con sus finas gotas plateadas, o cuando el sol resplandeciente está saliendo para iluminar todo y se pilla con que está la lluvia bailando en el cielo... quiere demostrarle su amor. Por eso le da sus rayos de luz, y cuando éstas y el agua de la lluvia se juntan crean algo hermoso... lleno de colores y paz. Los arcoíris. El perfecto regalo para saber que una es amada."

Todo eso me lo había inventado mirando el cielo. Era bonito y quise decirlo. Me di cuenta en ese momento de que Aiden me miraba. Su rostro no tenía expresión. Solo estaba ahí mirándome sin más.

"Vamos a ver el arcoíris."

La carta se está haciendo muy larga así que creo que mandaré otra después de esta, espero que no le moleste. A propósito de eso, me sorprende que no me haya mandado una carta expresándome su desagrado ante mis confesiones en papel. Le doy las gracias de todo corazón... sé que las lee. Espero que le guste mi historia. Quiero que sepa que no se me escapa nada en las cartas que le escribo. Siempre memorizo las cosas que me suceden o lo que mis amigos me dicen y luego lo escribo aquí, contándole, después de llegar a casa.  

Con mucho cariño, Haru. 

TIMIDEZ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora