25. Alegrando Corazones

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Candy fue con Terry a la estación, para comprar los boletos, su tren saldría esa misma noche, el viaje seria largo y tendrían que transbordar; pero aun así, era algo que ya habían decidido.

El día entero había sido particularmente difícil para ambos y la razón, suponían que solo podía ser aquel nocturno encuentro frustrado; la ansiedad por que sucediera, el temor al daño, el miedo a la separación y la incertidumbre del futuro. A pesar de ello, la poca charla que compartían era sincera.

Por la tarde, salieron del hostal, no sin que antes Terry hubiera cortado alguna de aquellas flores tras el cobertizo y la rubia, hubiese insistido en volver a ser castaña; pretextando que así, al regresa a su trabajo no tendría ningún problema.

—rubia o morena... —le dijo cuando firmaban su salida del establecimiento, y colocando la flor entre su cabello— no importa, aun así sigues siendo una pecosa muy hermosa...

—gracias —respondió— tu también te verías bien si fueras rubio —rio— o si te cortaras el cabello...

—jamás! —sabía que era un juego— eso nunca sucederá!

Cuando regresaron a la terminal, debieron esperar pues el tren estaba retrasado; aun así ella había parecido recuperar su inseparable sonrisa, lo cual, aunque aquel joven sabia que era solo momentánea, esta se le había contagiado.

Vagando por las calles de aquella ciudad, Albert se preguntaba por el paradero de aquellos jóvenes; pero estaba tan desprendido de todo, que ni siquiera se había tomado la molestia de entrar a algún hotel y preguntar por ellos. No, es mas, en ningún momento se percato de los 4 hoteles frente a los que paso. Solo se limitaba a pensar y caminar.

Savannah lo albergo solo por ese día, pues había procurado comprar un pasaje para aquella otra ciudad a la que le enviaba el corazón. Por un par de días no hallo respuesta alguna, quizá su desgano tenia mucho que ver; pero al tercero llego al pequeño albergue, donde al dar la descripción, se entero de que efectivamente, se hospedaron ahí y se marcharon unos días atrás.

Había fallado, de nuevo se le habían adelantado, pero a pesar de todo, aun no estaba dispuesto a darse por vencido y consiente del deplorable estado en que se encontraba la rubia, supuso que no se arriesgarían mas y Terry la llevaría directo a su hogar. Era definitivo, ya no tenía razón de continuar, así que ahora solo le restaba esperar y después comenzarla a buscar en hospitales, clínicas, sanatorios, lo que fuera, pero que tuviese enfermeras. Pero solo si el sentido común se lo permitía.

Albert se quedo un par de días, en el mismo hostal, mientras ahora meditaba en cual seria su siguiente paso. Al cual, por más vueltas que le diera, solo quería regresar a Chicago.

Fueron mas de 2 días de viaje ya que el tren que tomaron incluía demasiadas paradas, pero a pesar de ello Candy parecía estar retomando su buena salud, sabia perfectamente que a pesar de ello, debía tomar precauciones, como por ejemplo: evitar trepar arboles, mover objetos pesados, etc., pero eso seria por cuestión de unos cuantos meses.

Cuando llegaron, Cleveland lucia cubierto de nieve; después de aquellas noches calurosas que habían pasado, finalmente a mitad del viaje habían sacado sus abrigos; pero aun así, para el par era como si nuevamente entre ellos comenzara a formarse una barrera, el actor confiaba en que seria algo temporal, provocado por viaje; sin embargo, una vez que llegaron a la estación sabían que se separarían y era inevitable, aunque esta fuera solo temporal.

Sabiendo que la dejaba en buenas manos, Terry se marcho un par de días después, deponiendo la promesa de escribir y regresar a finales de enero, junto con la compañía; mientras ella contaría con el apoyo de los hermanos LeLudec para terminar de reponerse durante 5 días mas, un descanso forzado, sin poder hacer demasiado, ocupando la mente solo en hojear sus libros, tratando de no pensar demasiado, durmiendo de mas, extrañando al actor.

Que Sople el VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora