43. Problemas

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Los días pasaban sin poderlo evitar, con Terry sumergido sus ensayos, la lectura del nuevo guion y la necesaria estadía en el teatro durante las representaciones, y eso sin contar el resto de sus horas en casa. Pero pesar de ello se aburría a más no poder, mientras esperaba la salida de su amada enfermera, solo para hallarla agotada y de mal humor; siempre de mal humor.

Para Candy todo era distinto; aunque el trabajo había mermado ligeramente, todos los días se levantaba de madrugada solo para llegar al hospital y ver gente llorando desesperada por no saber de su familia, para toparse con Peter que al parecer por las noches no tenía intenciones de dejarla descansar ni un solo minuto. Aquel agotamiento estaba causando estragos en ella, que a pesar de su esfuerzo por intentar mantener una sonrisa, esta simplemente se negaba a aparecer.

Sin embargo, quizá las noches eran realmente lo peor de todo, ya que después detener que soportar todo lo anterior, cuando lo único que deseaba era llegar a casa y dormir; su fiel novio parecía disfrutar contándole cosas sobre el teatro, que en realidad ella nunca entendería; y eso sin contar las tantas ocasiones en que quería demostrarle cuanto la amaba y parecía no desear solo un beso o una caricia.

Definitivamente se sentía fastidiada de toda aquella situación.

Cierto día, alrededor de un mes después de que el apareciera en la ciudad, la rubia estaba feliz de haber salido temprano. Solo quería llegar a casa y dormir; confiaba en que el actor no estaría y así, podría dormir tranquila, sin ninguna molestaría de cualquier tipo.

Al llegar al edificio, su andar se vio bloqueado gracias al saludo de su casero, a quien casi ignorándole le dijo un escueto "buena tarde" y siguió de largo. Al entrar al altillo en que vivía, percibió un ligero aroma a comida, el cual, a pesar de tener hambre, le provoco nauseas; con más calma, dejo su bolso y abrigo sobre la mesa, comenzó a quitarse los zapatos y así, descalza, se dirigió al dormitorio con el único propósito de descansar.

–Que haces aquí? –parecía asustada y decepcionada, pero en realidad reclamo al verlo tumbado en la cama, leyendo

–Pecosa! –sin fijarse en el ceño fruncido de la chica, se levanto de inmediato, con una gran sonrisa– saliste temprano! Esto hay que celebrarlo!

–Celebra tú, si quieres –su tono de molestia era evidente– yo vine a dormir

–Dormir? –intento sonar de otra forma, pero solo consiguió que pareciera se burlaba– en la noche puedes dormir. Anda, salgamos a dar una vuelta

–No. Gracias –se sentó comenzando a dar un ligero masaje en los pies

–Por que no? Andando, te llevare a un lugar que te encantara y pediremos café y pastel de chocolate. Ponte los zapatos –la tomo del brazo, animándole a levantarse

–Que no entiendes? Dije que no! –grito– estoy demasiado cansada, tengo un terrible dolor de cabeza y lo único que esperaba y realmente quería, es que al llegar aquí, no te encontraras, para así poder dormir sin que me estuvieras molestando con todas tus tonterías sobre el teatro! Estoy harta de eso!

–Que dijiste? –pregunto, queriendo creer que había entendido mal

–Lo que oíste –musito con rabia– creí que eras más inteligente como para captar a la primera.

–Repítelo –insistió, consciente de que le hervía la sangre

–Por favor Terry! –Ironizo– Acaso ya no escuchas bien? Dormir! Quiero y necesito dormir!

–Claro! –estaba mucho más que molesto– como siempre! Y por supuesto; solo piensas en ti! Y que hay de mi? Por si no te has dado cuenta, yo también estoy cansado! Mi trabajo también es absorbente y a pesar de eso, siempre voy por ti, esperando mínimo una sonrisa; pero no... yo también estoy harto! Harto de tu maldito mal humor y tus reclamos!

Que Sople el VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora