Aún era de madrugada y alguien tocaba insistente a su puerta, así que aún adormilada y gracias a que la noche había sido demasiado calurosa, sin olvidar lo acontecido eor, en ropa interior se levantó a abrir. Abrió la puerta de par en par, mientras unos ojos la miraban incrédulos.
—Pe Pecas...! —le dijo intentando reaccionar rápido y metiéndola y cerrando la puerta tras de sí, pero sin dejar de notar aquel cuerpo en el cual comenzaban a notarse los ligeros cambios naturales que produce el embarazo— con como se te ocurre salir así?
—Terry... —le respondió aún medio dormida y tallándose los ojos— así como? que sucede? por qué me despiertas tan temprano?
—Temprano? ya es muy tarde! recuerda que debemos tomar el tren... anda, vístete...
—Sí, lo olvide... —bostezo entrando al baño para lavarse la cara— me pasas mi ropa, está en aquélla silla.
—Aquí tienes... —se la entregó dándole un último y discreto vistazo, para luego cerrar la puerta y salir de ahí antes de cometer una locura— te esperamos en la recepción, no tardes demasiado o perderemos el tren!
Candy no tardo, para cuando el inglés salió, ella ya había comenzado a cambiarse; iba sonriente, tratando de mantener la calma y tan pronto llegó, el trío se dirigió a la estación. Una vez dado marcha, tomaron un desayuno ligero en el vagón comedor.
Fue una vez de regreso a sus asientos que el nerviosismo se apodero poco a poco de la oliverde, quien a pesar de sus esfuerzos por ocultarlo, lo hacía más evidente; sobre todo gracias a el sudor e inevitable movimiento de manos que no podía controlar. El camino a Orlando no sería tan largo, antes del mediodía llegarían a dicha ciudad donde al arribar, Annie junto con Dante ya los esperaban en la estación, ellos y Candy irían a casa de la Abuela Martha, así que mientras se daba dicho encuentro, Stear se escabullía entre la muchedumbre para ir a instalarse en cualquier lugar, cerca de la estación y finalmente Terry, a quien dejarían en un afamado hotel de la zona y un poco cercano al evento, donde ya había hecho, con anticipación, una reservación.
—Candy! Terry! —los saludo Annie con un fuerte abrazó— como estuvo su viaje?
—Hola Annie, Dante! —contestaron ambos y la rubia siguió— tranquilo, descansamos anoche en Jacksonville.
—Y él bebe, como va tu embarazo? —bajo la voz
—Yo creo que bien...
—Chicas, será mejor que nos vayamos ya, pueden charlar en el camino y yo necesito desempacar.
—Terry —preguntó la ojiazul con timidez— mañana irás con nosotras verdad?
—Eh? —dudó— bueno...
—Si Terry, por favor —le ánimo la rubia.
—No creen que se preste a algún comentario? —pretexto
—Le diremos a Patty para que no haya problema —confirmó Annie— además, mientras seamos más los que estemos a su lado —se refirió a su amiga— será mejor.
—Si Terry —suplico la aludida— no quiero ir sola... por favor...
—Pero no estarás sola, Dante, Annie y Patty estarán a tu lado.
—Sí, pero no es lo mismo...
—Está bien... —se rindió al ver su mirada suplicante, le dio un beso en la frente y le murmuro— sólo porque me lo pides así...
El grupo siguió su camino, en el trayecto dejaron a Terry en su hotel y ellos continuaron a casa de la longeva O' Brian. Mientras que Stear salió por una lejana puerta, aprovechando la distracción de Annie; después de haber dejado su ligero equipaje, se dirigió rumbo a la propiedad que los Andrew tenían en la ciudad, ya que quería asegurarse si ellos estarían en la ceremonia.
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Que Sople el Viento
أدب الهواةEn ocasiones el amor no es suficiente y algunos cambios en nuestra verdadera identidad nos hacen perder lo más importante.¿Qué sucede cuando este cambio nos hace débiles ante nuestros propios sentimientos? ¿Qué estarías dispuesto a hacer por amor...