Que Sople el Viento

20. Desolación

Después de correr por algunos minutos, finalmente Stear se detuvo en un árbol, pensando que era lo mejor que podría hacer; ir a su hotel o tratar de averiguar dónde llevaron a la rubia; eligiendo por ir al único sitio en que sabía, lo podían localizar: el hostal donde se hospedaba y solo para encontrar a Annie y Dante esperándolo.

—Como esta? —pregunto en cuanto estuvo cerca de ellos

—Stear... —sollozo la morena— ella, ella...

—Sera mejor ir... —resolvió el italiano, cuando su novia no pudo continuar— hablemos en el auto.

En cuanto aquel joven desapareció, la mansión Andrew fue invadida por un profundo silencio, hasta que después de algunos minutos sin que nadie hiciera un solo movimiento; finalmente Albert se levantó del suelo, con la mirada ausente observo a su tía y con un hilo de voz le advirtió.

—Levantare cargos... —después, dirigiéndose a la rubia— y tú, ruega porque ella sobreviva, de lo contrario, será homicidio ; pero no importa, aun así, hare lo que sea posible, para hundirte en alguna sucia celda... aunque se lleve hasta el último centavo que poseo... —dijo, para luego bajar y mandar buscar a George.

Eran alrededor de las 5 pm cuando el joven LeLudec ingresaba a un pequeño hospital, al fondo del pasillo, como le indicaron, logro ver a quien había vuelto a considerar su amigo; sentado en una de esas siempre frías bancas, con la cabeza sostenida por sus manos, los codos recargados en las rodillas y con la mirada perdida. Su aflicción era notable, sin embargo y a pesar de la poca información que le dieron los demás, debía saber lo sucedido hasta el momento.

—Como sigue Candy? —pregunto, con tono tranquilo— Que te han dicho los médicos...?

—Está muy mal... —contesto después de un momento, con la voz cortada— dijeron que su presión arterial se elevó demasiado y eso junto con la hemorragia... él bebe... —se levantó, intentando tomar fuerzas para terminar de dar la explicación— acaban de llevársela... él bebe no resistió, en cuanto llegamos nos lo dijeron, que era algo lógico... —nuevamente hizo otra pausa, tratando de soportar un poco más las lágrimas que luchaban por salir— se la llevaron... no entendí a donde; creo, creo que a quirófano... estaba en muy mal estado... el doctor dijo que no debíamos tener muchas esperanzas...

—Candy es fuerte, lo sabes... ella estará bien —Dante, quien junto con Annie, iba tras Stear; intento calmarlos, sabiendo que con nada de lo que dijera o hiciera, lograría aminorar la angustia que esos tres sentían.

Mientras tanto, Albert ya había dado órdenes de buscar a la ojiverde en cada hospital o clínica de la ciudad e imaginando que probablemente mentirían en el apellido, sugirió buscarla como Candice Grandchester o Cornweell; sin saber que la habían registrado como LeLudec, si, Candice LeLudec Grandchester, hermana de Stear, y esposa de Terruce, o al menos esos fueron los datos que dio la morena, al registrarla.

Poco más de las 7:30 pm aun no sabían nada de la rubia, Dante, preocupado porque ninguno de ellos había comido, trataba de convencerlos, fallando en su propósito; así que sin más opción, fue por algo de tomar para todos. Con café en mano, el joven y desesperado actor daba vueltas por la sala de espera, dio un sorbo al frio líquido que sostenía desde hace ya bastante rato, hasta que vio acercarse a el medico que estaba tratando a la chica motivo de su preocupación.

—Doctor, dígame como esta? —el ojiazul casi suplico, cuando este llego frente a él.

—Señor Grandchester, debo informarle que hemos hecho todo lo posible... —la angustia invadió al actor, quien al instante intuyo lo peor; obligándose a no escuchar ni una palabra más; hasta que el médico, colocando su mano en el hombro del joven le confirmo— está en un área de recuperación, mañana podrá visitarla; sin embargo, de ser posible, es necesario que alguno de ustedes permanezca aquí, por si llega a surgir alguna emergencia. Le recuerdo, ahora todo depende de ella, perdió bastante sangre...