22. Desprecio

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Al entrar en la habitación, Candy la recorrió rápidamente con la vista, pensando que no llevaba nada mas que la ropa que vestía y su pequeño ramo de gardenias; camino hacia aquel que parecía ser un suave lecho; el trayecto que hicieron hasta el hotel, le resulto bastante agitado y motivada por esto, no tardo en recostarse.

—Que dice tu telegrama? —pregunto curiosa.

—Es de Robert —comenzó a leer— me pregunta por ti y dice que puedo tomarme el tiempo necesario, pero que espera que regrese lo mas pronto posible.

—Le dijiste?

—Tenia que hacerlo...

—Seguro quisiera que ya estuvieras allá... debe ser porque la obra no tiene el mismo éxito sin ti

—Si, puede ser... aunque me sigue sorprendiendo que Robert haya vuelto a confiar en mí...

—A mi me alegra...

—Sabes que había planeado... —se sentó junto a ella, recargándose en los cojines libres y sin saber como expresar correctamente aquello que quería decir— bueno, tengo algunos planes que esperaba llevarlos cabo lo mas pronto posible, pero... ahora se tendrán que retrasar

—Es por mi culpa? —realmente se sintió culpable.

—No... —tomo uno de los rizos rubios— incluso podría ser bueno o al menos no tan malo... —al ver que Candy no había entendido, le explico— es que ahora podre terminar la temporada, sin sentirme tan obligado ha hacerlo...

—Ah? —murmuro aun sin comprender.

—Había olvidado que tengo que ir con Annie, después comprar tus medicamentos y luego me veré con Stear... estarás bien si te dejo sola?

—No te preocupes; dormiré un poco y si cuando despierte aun no regresas, pues ya encontrare algo que hacer...

—Muy bien pecas... siendo así, no me resta mas que pedirte que te portes bien..

—A caso lo dudas? —alcanzo a murmurar ante de recibir uno de eso ya tediosos besos en la frente.

Presurosamente solo se cambio de camisa y dejando claro que no tardaría, salió rumbo a la casa O'Brian. Al llegar a su destino, se encontró al inventor ahí; quien con aquella barba difícilmente lo reconocerían, a menos de que alguien de quienes estuvieran presentes lo hubiese conocido antes o había visto alguna foto suya. Una vez que les atendió la doncella, esta les informo que Annie tenia visitas, pero le informaría de su llegada; pero Terry, presintiendo de quienes se trataba, salio tras la mucama.

—Señorita Britter —inicio después de una sutil reverencia— tiene visitas.

—De quien se trata? —pregunto sabiendo que solo podían ser Terry o Stear

—Son el joven LeLudec y...

—Y yo...—interrumpió a quien lo presentaría— no quise esperar...

Albert se levanto en ese momento y mientras la doncella se retiraba, no pudo evitar fijar la mirada en el actor. Archie y el habían llegado no mas de 20 minutos antes; presionando desde entonces, para averiguar un poco de la salud y ubicación de Candy; sin embargo, la morena mostro gran fortaleza al no dejarse manipular por aquellos visitantes.

Primero sintió un gran alivio por la interrupción, pero una vez que se dio cuenta de la forma retadora en que Albert y Terry se observaban, solo pudo sentir un gran nerviosismo y miedo.

—Terry... —se escucho la voz del de anteojos, que en ese momento se arrepintió de su intervención, pero continuo— ignóralo, no vale la pena...

Que Sople el VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora