26. Feliz Cumpleaños

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Lemmon

Enero había resultado ser interesante y prometedor. Durante la primera semana del nuevo año, Candy fue a su primera consulta, como seguimiento al fatídico "accidente".

El medico, creyendo que era casada, le hablo de ciertas técnicas de prevención, algunas recientemente descubiertas e incluso, la atenta rubia se sonrojo al escuchar que a finales del siglo pasado, en Inglaterra se habían comenzado a fabricar algunos de estos, en materiales nuevos; pero su semblante se mostro aun mas avergonzado al observar un método de colocación, en un plátano, por supuesto.

—y como dice que se llaman? —pregunto la "inocente" joven, sosteniendo uno de aquellos envoltorios metálicos.

—Preservativo. Lo pueden conseguir en cualquier farmacia —aseguro el medico, sin un solo atisbo de vergüenza— como le explique, se están fabricando de látex y sirven para prevenir embarazos, al igual que algunas enfermedades. Hasta que podamos estar seguros de su recuperación, le sugiero que usen este método, dado que es el más accesible.

—y dice que, que es forzoso que yo se lo ponga, cierto...? —sonrió con timidez

Candy salió del consultorio sintiendo que todas las miradas se dirigían a ella, como si fueran consientes del paquete recién recibido por aquel doctor con mentalidad tan abierta; sostuvo su bolso con fuerza tal, que de haber algún ladrón cerca, este preferiría robar a cualquier otro transeúnte. Llegar a casa no le tomo demasiado tiempo y después de tomar algunas cosas de la cocina, se encerró en su pieza donde abrió uno de los dichosos preservativos, cerro los ojos, exhalo profundamente y se hiso de un pepino.

—tengo que practicar... —concentrada en convertirse una maestra en aquello, mordía su lengua de vez en cuando y hacia ademanes de decepción, cuando fallaba y rompía alguno de los preciados preservativos; aunque después de todo, podía conseguir mas, además era por su propio bien, era para algo que anhelaba hacer y quizá Terry tampoco sabía colocarlo.

Su alegría parecía comenzar a resurgir, aunque sabía que era imposible olvidar y solo restaban un par de días para que volviera a ver a Terry; incluso ya habían comprado entradas para asistir a la función y Anne Marie iba a doblar turno para tener esa noche libre y poder asistir.

El 19 de enero del año en curso, la compañía Stratford llego a la ciudad. En vano Candy fue a la estación, había tanta gente que era fácil confundirla con otra fan; la verdad es que ni siquiera logro ver a Terry y no tuvo mas opción que retirarse triste, agitada y engentada, pero sabiendo que tarde o temprano, el muchacho la buscaría.

De regreso a casa, la de nuevo castaña aprovecho para hacer algunas compras en las que se tomo más tiempo del necesario y es que la Sra. Chamberlain tenía varios chismes nuevos que seguramente a su clienta le interesaban saber y aunque no fue así, de todas formas la retuvo hasta hacérselos saber y quizá recabar nueva información.

A tan solo unos lotes de llegar a su destino, se encontró con una gran encrucijada. Frente a su puesta se hallaba una maleta demasiado grande, a pesar de que no había nadie en las cercanías; pero aun así, con la duda entre ceja y ceja, entro a dejar sus compras. De manera cuidadosa tomo el bate de béisbol que Stear adquirió como protección y regreso al pórtico a buscar al posible dueño del indiscreto equipaje; a partir del porche, solo tuvo que seguir el camino de huellas en la nieve que le llevaron a la parte trasera de la casa, donde de inmediato reconoció la espalda del intruso.

—Terry! —grito entusiasmada y provocando que el ojiazul resbalara del sitio en que se apoyaba para trepar o quizá solo estaba dando un vistazo al interior de la casita— al fin llegaste! Ten cuidado...

Que Sople el VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora