34. Instante Pendiente

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Una vez más había sido un día agotador. Por la mañana los médicos se mostraron mucho menos optimistas que de costumbre; a pesar de que seguían tratando de conservar la calma y no darle demasiadas esperanzas. No habían notado ningún nuevo avance; ella misma no había notado nada fuera de lo común; para todos, el seguía completamente igual, al grado en que creyeron que solo restaba esperar lo inevitable.

Al regresar por la noche, se sorprendió y entusiasmo con la noticia; pero los clínicos seguían mostrándose un poco renuentes, asegurándole que aun requeriría tiempo, en caso de que realmente el joven se recuperara. Fue gracias a esto que su sorpresa fue aun mayor, al escucharlo y ver entre las penumbras, el reflejo de sus pupilas turquesas.

-gracias a dios! –Sollozo, emocionada, esquivando su comentario- Terry, mi pequeño... al fin has despertado

-que me paso? –con voz trémula pregunto

-no lo recuerdas?

-solo que hubo un incendio... Karen... como esta Karen?

-ella está bien, solo tuvo unos rasguños

-me alegra saber que no le paso nada... Robert; entre él y otro, me sacaron. No recuerdo bien...

-en los periódicos dijeron que tu... -se detuvo, le costaba decirle y prefirió explicarle su estado de salud- has estado en coma más de un mes; los médicos creyeron que no despertarías.

-Un mes –repitió- Candy, sabe lo que sucedió?

-hijo... -no supo cómo iniciar- ella vino, pero... no sabe que estas aquí...

-como! Porque?

-bueno... es que no se ha enterado de tu estado.

-pero, debió saberlo por algún periódico –comenzó a desesperarse.

-Terry, no he podido localizarla

-eso que tiene que ver?

-es que, cuando sucedió el incendio... querido; por qué mejor no duermes? mañana te lo explico todo –rogo.

-creo que ya he dormido lo suficiente –exigió, a pesar de que le dolía la cabeza y se sentía terriblemente cansado- así que explícamelo

-ella vino a la ciudad porque en los periódicos... -inicio, sabiéndose acorralada y nerviosa por la reacción del joven; aunque hubiese preferido esperar a la opinión de los médicos- divulgaron que... que tu...

-qué?

-bueno... -se froto las manos- dijeron que habías muerto...

-como! –Expreso molesto- por que dijeron eso?

-alguien murió y cuando rescataron su cuerpo, creyeron que habías sido tu –a punto de las lagrimas, trataba de ser clara- ella vino en esos días, pero nunca logramos coincidir; vino y se fue, creyéndote muerto...

-se ha desmentido? –pregunto con exasperación

-sí; pero imagino que ella no se ha enterado. En tu dormitorio busque alguna dirección para contactarla, pero aun no hallo nada.

-están en mi maleta –resoplo resignado- todas sus cartas están en mi maleta.

-mañana a primera hora le enviare un telegrama –aseguro

-Eleonor, que día es hoy? –pregunto luego de afirmar.

-29 de junio.

Después de la cena, Albert charlaba feliz con Candy, en la recamara de la chica; pero esta, no participaba demasiado en la conversación, solo se limitaba a dar respuestas vagas. El estaba recostado en su cama, mientras ella, sentada frente a su espejo, veía resbalar las últimas gotas de la fuerte lluvia, a través de la ventana.

Que Sople el VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora