56. Lo Difícil que es Aceptar

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—Me gustaría invitar a Candy al estreno —comento Archie, buscando una segunda opinión—. Aunque no nos ha dicho nada, es obvio que ellos terminaron su relación y eso me hace creer que tal vez no quiera. Ella es muy distinta y eso me hace dudar.

—Si quieres; hazlo. Ya veremos cómo reacciona —sugirió sin dejar de caminar.

—Quizá mi hermano también quiera ir. Crees que Candy haya logrado hablar con él?

—Te lo prometió —se detuvo y tomo asiento en una de las bancas fuera del hospital—. Si aún no lo ha hecho, pronto lo hará.

—Has planeado alguna actividad para estos días?

—No. Imaginaba que sería Candy quien nos guiaría por la ciudad. Pero tal parece que no la conoce bien

—Sí. Es un poco decepcionante.

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Ese día fue complicado para la rubia, y no por las circunstancias laborales; más bien resulto ser así debido a su lucha emocional. Le costó un enorme esfuerzo el mostrarse más accesible, pero de alguna forma aún no comprendía, seguía resistiéndose. No obstante, durante el almuerzo fue Peter quien más noto ese ligero debate.

A las dos en punto la enfermera ya tenía todo listo para su salida, en esta ocasión lo único que le retraso fue su relevo que parecía más lenta de lo común; o tal vez solo era su propia ansiedad la que le hizo creerlo así.

Una vez se cambió el uniforme, el pelirrojo la detuvo fuera de los vestidores.

—Hola, primor —estaba recargado junto a la puerta.

—Pet; tengo prisa.

—Solo regálame cinco minutos —pidió.

—Que sea rápido —accedió.

—Rápido?

—Sí —sonrió.

—Tratare —bromeó con algo de nerviosismo; pues aunque imaginaba que ella seguía sin tener novio, no estaba seguro—. Qué harás esta noche?

—No sé —solo sabía que estaría con sus amigos, pero no tenía ni idea de lo que harían—. Por qué?

—Porque si no sabes; yo puedo resolver ese dilema.

—Y cómo? —le agradó el juego del cirujano.

—Puedo llevarte a bailar. Conozco un buen lugar.

—Lo siento Pet; pero aunque suena divertido, no puedo.

—Claro. El novio —se mostró desilusionado.

—No. No tengo novio —aclaró con seguridad, sorprendiéndose incluso a sí misma.

—No?

—No.

—Entonces por qué no puedes?

—Es que vinieron a visitarme unos amigos, y sería de muy mala educación dejarlos plantados.

—Ya veo —murmuró—. Quizá en otra ocasión.

—Claro! —dio unos pasos y se detuvo—. Aunque; si prefieres dame la dirección y tal vez nos veamos allá.

—Sí! Por supuesto! —le agradó la idea y en seguida le dio las señas del lugar.

La enfermera se retiró pensando en cómo decirles los nuevos planes a sus amigos, aunque también esperaba que estuvieran de acuerdo con la idea. Una vez los localizo y saludo, caminaron juntos .

Estaba feliz, después de las semanas tan desastrosas y solitarias, volvía a mostrarse contenta. Dentro de su algarabía les contó de su conversación con Stear, la invitación que les había hecho y con una extraña motivación, también les hablo de la petición que acaban de hacerle.

Que Sople el VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora