27. Hasta Pronto

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Las hermanas LeLudec se levantaron temprano, a las 5:15 am ya tomaban su desayuno. Después de lavarse los dientes y mientras terminaban de alistarse, los discretos ruidos que hacían alertaron a Terry; que a pesar de dormir tranquilo, se mantenía al pendiente, para poder regresar a su recamara, discretamente y sin que el resto se enterara de lo ocurrido.

Unos 20 minutos después, al tiempo en que se vestía, escucho la voz de Stear apresurado a las chicas y casi de inmediato, los pasos veloces de estas dejándole escuchar la puerta al cerrarla. Sin perder el tiempo, beso a Candy, que ni siquiera se inmuto, debido a que dormía profundamente, y salió de la recamara, sin darse cuenta de que la puerta había vuelto a ser abierta.

—espérame aquí. No me tardo —dijo Margueritte, cerrando tras de sí, para que su hermano no notara lo que ella vio— buen día Terry...

—Ma—Margueritte... —apenas musito.

—Stear no vio nada —se apresuro a hacerle saber, caminando hacia las escaleras— y por lo que a mí respecta —le sonrió— yo tampoco...

—gracias —la siguió a la planta alta de la casa

—no tienes nada que agradecer —alego la francesa— solo, cuídala. Ella aun no está del todo bien.

—lo sé —admitió

—por cierto —continúo antes de entrar a su habitación— feliz cumpleaños.

—gracias Margie —se recargo en la pared y al ver que la joven se apresuraba, añadió— que te vaya bien —por toda respuesta, Margueritte le dedico una mirada dulce y enseguida salió con la cartera que había olvidado.

Al entrar a su aposento, el actor se quito el nuevo suéter y se aventó en la cama, intentando volver a conciliar el sueño; sin embargo era inconsciente de la sonrisa que mostraba al aun aspirar el aroma de la ex rubia, al recordar lo sucedido y más aun, al darse cuenta de que ella lo había planeado. Sin duda, eso es lo que más le sorprendía, pues había esperado pasar su cumpleaños de otra forma; él había creído que la noche que estaba por venir, fuera aun más especial, el había deseado terminar su cumpleaños formalizando su relación con la ojiverde.

Ese día, curiosamente, cierta dormilona se despertó temprano, con el único fin de preparar un suculento desayuno; después de todo, se suponía que nadie sabía de lo que esa noche ocurrió en su alcoba.

Stear, estaba estupefacto, al verla preparando los alimentos con tanto cariño; pero recordando que el único motivo de tal acción, era el cumpleaños de Terry; reacciono queriendo fingir pasividad.

—buen día Candy —la saludo— quieres que vaya a despertarlo?

—no! —Lo detuvo con una enorme sonrisa— yo iré.

Una vez frente a la alcoba del actor, muy despacio y tratando de no hacer ruido, abrió y cerró la puerta, con la vista rodeo la habitación, noto el suéter recién estrenado y la ropa del joven; que yacían bien dobladas, sobre una silla, al lado de la cama.

—Terry... —murmuro sentándose suavemente y luego con un movimiento ligero, repitió— Terry? Despierta.

Entre sueños escucho el llamado de esa dulce voz, pero no fue sino hasta la cuarta vez en que oyó aquella insistencia, que despertó.

—Candy —aun sin abrir los ojos, pregunto— como te sientes?

—estoy bien —rió al recordar su travesura nocturna— anda, el desayuno ya está listo —saliendo, añadió— y más vale que te guste!

Tomándose solo el tiempo necesario, Terry se estiro un poco y en seguida se levanto, se lavo la cara con el agua tibia que la ojiverde le había llevado y bajo a la pequeña cocina, donde ya le esperaban con el prometido desayuno.

Que Sople el VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora