29. Lakewood

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Un grito abatido fue lo que escucho Candy, reconociendo esa voz, sintiendo un terrible estremecimiento. El seguía gritando, mientras Tom apresuraba la marcha, agradeció entonces el que Dorothy les hubiese avisado de la presencia los Andrew, fue por eso que se apresuraron en su partida.

Pero aquel lamento seguía escuchándose e hiriendo su corazón; levanto la vista que hasta entonces había clavado en el piso de la carreta ahí lo vio; aun corriendo, aun gritando, hasta que finalmente se detuvo, mientras ella se alejaba.

—perdóname Albert —murmuro— perdóname; la verdad, no sé si es lo mejor...

En cuanto lo perdieron de vista, la ojiverde se acerco al vaquero, arrepentida de haber entrado a esos territorios, presentía que en algún momento sucedería lo inevitable, pero pensando en que pronto Terry estaría ahí, tomo una decisión.

—llévame al hogar de Pony —pidió con el peso marcando su voz.

—pero es el primer lugar en donde te buscara!

—lo sé. Pero Terry llegara pronto y no quiero que se encuentren. Además, recuerda que Dorothy dijo que solo estarán aquí por 2 días

Entendiendo su preocupación, aquel joven la llevo al lugar indicado y sin poder evitar su angustia se marcho sabiendo que no la vería hasta el día en que irían por el actor.

—Dorothy, que fue lo que te dijo? —dentro de la mansión, pregunto Archie con insistencia, mientras su tío regresaba a paso lento.

—que estará aquí hasta mañana —le mintió, recordando la petición que Candy le hizo

—iré al hogar de Pony —dijo Albert luego de haber escuchado

—tal vez no este allá —sugirió su sobrino, mientras la mucama se retiraba

—no estará en ningún otro lugar

Después, a pesar de la insistencia del castaño, Albert se dirigía solo al hogar de Pony; una vez ahí, nervioso, se acerco a la entrada, pero una voz familiar lo detuvo ante la puerta.

—no los molestes —pidió, detrás de él— aquí estoy.

Albert perdió el habla, solo la miraba; lucia confundida y asustada. De inmediato ella dio la vuelta y comenzó a caminar rumbo al bosque, mientras en silencio, la siguió hasta detenerse en algún punto que aunque le parecía familiar, no estaba seguro del sitio en que se encontraban

—Candy —musito, al tiempo en que ella se sentaba al pie de un árbol— como, como has estado?

—mejor —fue la seca respuesta que obtuvo

—Candy, yo... todo este tiempo... —no lograba atinar a decir algo en concreto, así que luego de un suspiro pleno de frustración, se sentó a su lado— perdóname...

—no hay nada que perdonar —hablo, sorprendida de sus propias palabras

—trate de buscarte por todos lados —ella solo escuchaba, soportando el dolor que le producían sus palabras y notando que el mismo estaba herido— llegue a creer que... que quizá no te volvería a ver. Candy, estoy tan arrepentido por todo lo que ocasione...

—basta! —Le interrumpió de súbito— ya no digas más!

El silencio hizo acto de presencia y persistió por varios minutos. Albert entendía su petición y sabia que quizá lo más adecuado era respetarla y tal vez debía marcharse; pero también esa podía ser su primera y última oportunidad de aclarar la situación, por eso se quedo ahí, junto a ella, preguntándose tantas cosas queriendo contarle otras cuantas y solo mirando a los arboles que les rodeaban, sabiéndose satisfecho al menos de poder estar con ella.

Que Sople el VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora