INFIERNO

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"Vivió en el infierno que es disimular un amor frente a otro, y ya nada fue bueno para él, en ninguna parte estuvo a gusto, y se le instaló en los ojos una irremisible nostalgia."

Ángeles Mastretta

POV Armando Mendoza

No sé cuánto tiempo llevaba encerrado en esas cuatro paredes viendo a la nada como un imbécil. Tuve que levantarme de ese asiento que ya no pertenecía, caminando en círculos alrededor del escritorio, tratando de sacudir el entumecimiento que se había apoderado de mi cuerpo. Si me hubiese quedado sentado, posiblemente habría estallado a gritos o me hubiera hundido aun más en el vacío. No era hambre, ¡no señor! Pues mi vacío se había instalado cómodamente en un lugar que se extendía desde la boca de mi estómago, hasta el comienzo de mi garganta.

Mi ser oscilaba entre los estados de entumecimiento, luego al de vacío, para regresar al estado de pre estallido nuevamente. No me importaba sentir los primeros, pero el pre estallido siempre venía acompañado de dolor, siempre me llevaba a la angustia, a esa angustia que me quemaba como si estuviera en el mismo infierno.

Ante tal panorama, había tratado de comunicarme con Camila, hablar con ella, tal vez encontrar en ella su consejo, pero no hubo respuesta, no había nadie en casa. –Tendría que tratar de contactarla mañana temprano –pensé.

Todas mis cavilaciones se vieron interrumpidas cuando la puerta de presidencia se abrió de golpe. Marcela Valencia había entrado nuevamente para preguntarme sobre la posible asistencia de Beatriz a la reunión. –¿¡Qué no se cansa esta vieja, hombre!? –cuestionó uno de mis demonios con evidente fastidio.

–Estoy esperando que me llame marce, que pasa con eso? –le contesté ante su insistencia.

–¿Qué pasa con eso? –cuestionó irónicamente –Que la devolución de esta empresa, depende de la asistencia de la señora a esa junta, ¿te parece poco? –recriminó nuevamente –Además, yo quiero saber si va a venir, porque es que me dan náuseas y quisiera estar preparada –soltó cruelmente.

–Yo aspiro a que venga mañana, ella viene mañana–dije, tratando de convencerme en el proceso.

–¡Ah pero tu aspiras, que bien! –exclamó con su falsa alegría – ¿Por qué tanta incertidumbre con su asistencia?, ¿Ya no hablan o es que es estás muy ofendido porque te entregó en la junta? –saliendo cada pregunta cargadas de ironía y veneno –¡Qué jartera, Marcela! Está pescando información... –me gritó mi mente.

–La verdad no se donde esta, nadie me ha dado razón –confesé, fingiendo tranquilidad.

–¡Lo que nos faltaba! ¡Que la señora no aparezca, que la empresa no aparezca! –exclamó con molestia.

–Pero va a aparecer –dije, tratando de convencerme a mí nuevamente –No hay que angustiarnos antes que pasen las cosas –comenté tanto par Marcela, como para mis demonios que esperaban atentos.

–Mas nos vale a todos. –sentenció Marcela una vez más, salió aventando la puerta de presidencias.

Tener que convencerme de que Beatriz regresaría era fácil, la esperanza estaba intacta en mí, caldeando el ambiente frío del día y de las actitudes de quienes me rodeaban, pero convencer a Marcela, era pedir peras al olmo.

Llamé nuevamente al hogar de mi ángel, esperando escuchar una respuesta diferente a las anteriores –Buenas noches doña Julia, ¿Cómo le va? –saludé –Nuevamente Armando Mendoza...Si vea, sucede lo siguiente: Betty no me ha llamado...–le comenté, pero estaba seguro que ella ya lo intuía –Necesito definir la junta de mañana, ¿Cómo hacemos, ya tuvo noticias de ella? –solté sin parar ante la posible negativa que se avecinaba.

Me enamoré por primera vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora