LEJANÍA

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"¿Entonces, dónde estabas?

¿Entre qué gentes?

¿Diciendo qué palabras?

¿Por qué se me vendrá todo el amor de golpe cuando me siento triste, y te siento tan lejana?"

Pablo Neruda


POV Armando Mendoza


Beatriz había regresado, claro que sí.

Después de semanas de agonía, de ausencia y de desconsuelo, por fin tuve a Beatriz frente a mí, cerquitica de mí.

Esa distancia que me apartó cruelmente de ella, esa separación tan extensa que calaba hasta los huesos para con ella, ahora podría ser milimétricamente contada, ahora se había reducido considerablemente en tan solo el paso de unas horas, durante las misma horas donde se había decidido la condena, el suplicio y todo lo que estaba por venir.

Mi separación físicamente hablando con Beatriz, se había disminuido rápidamente, hasta tenerla a metros de mí, cerquitica de mí y aún así, con todo el acortamiento de esa maldita distancia, más lejana a mí la sentí.

Había algo peor entre nosotros, una lejanía evidente, una fractura en la tierra misma, una obstáculo que parecía irrevocable, difícil a su vez de palpar. La sentí posarse certeramente entre nosotros cuando ella pasó a mi lado, la sentí oprimirme el pecho con ahínco y eso que estábamos a la distancia de un abrazo, la sentí golpearme duramente hasta dejarme sin aire cuando ella ni siquiera me miró.

–¿¡Qué esperabas!? –me cuestioné atormentado, sintiendo a mis demonios acusarme, sintiendo a mis demonios agitados buscando respuestas, buscando a Beatriz una vez más.

Calderón me despabiló está vez, pasando por un costado mío para instarme a que nos dirigiéramos a su oficina, y yo lo seguí, completamente sumido en mis pensamientos y recriminaciones, totalmente aturdido a lo que acababa de atestiguar, caminando parsimoniosamente hasta que la voz de Calderón desplazó mi pensar.

–Oiga hermano... –empezó a decir Calderón, caminando pasmadamente hasta su lugar, haciéndolo lentamente como si quisiese ganar tiempo antes de empezar. –¿Y esa mujer que se hizo? –cuestionó con sorpresa e incredulidad. Pero, ¿¡Yo qué demonios iba a saber qué se hizo cuando apenas y podía comprender que al fin estábamos en el mismo lugar!? –me cuestioné mentalmente.

–No, no sé qué se hizo ... –empecé a balbucear, quedándome de pie, ahí, paradito como estatua en el umbral de la puerta, tratando de salir de mi trance, tratando de entender, tratando de comprender –Pero es otra Betty... –murmuré completamente confundido por la mujer que se presentó, y asustado otra vez por la lejanía con la que llegó.

Beatriz estaba tan placenteramente cerca, estaba por fin en el mismo lugar que habíamos compartido por meses y solo sirvió para percatarme lo mucho que la añoraba, lo mucho que me hacía falta, lo mucho que me había acostumbrado a su presencia;  a recibir de ella unos ojos chispeantes, tal vez un guiño cómplice de su parte, alguna palabra entre esa risa que me había desesperado en el pasado, pero que ahora deseaba escuchar con todas mis fuerzas, siendo consciente que fui el único causante que la perdiera, siendo consciente de que todo eso posiblemente jamás regresará.

A veces uno no se percata de esos detalles que hacen lo cotidiano algo hermoso y ésos sin duda eran algunos de ellos para mí y todos, toditos los detalles sublimes provenían de Beatriz.

Me enamoré por primera vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora