DUDA PARTE I

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"Para escapar de ti necesito un cansancio nacido de ti misma: una duda, un rencor, la vergüenza de un llanto; el miedo que me dio por ejemplo poner sobre tu frágil nombre la forma impropia y dura y brusca de mis labios..."

Jaime Torres Bodet

POV Armando Mendoza

Beatriz tenía demasiadas dudas, bien lo sabía.

No fue fácil confesarme, ni desdeñar mis culpas, mucho menos lastimarla, abrirle una vez más las heridas.

Pero lo había hecho y mi alma después de tanto estaba por fin tranquila, por más dudas que existieran ante lo que pasaría, por más que el hubiera no existiese, simplemente no habría exilios, no por ahora, pues mi mente vagó inminentemente a la conversación que Betty mantuvo con el francés, y a la burla que hizo el maldito cretino de Calderón.

–Vamos, hermanito –musitó Camila cuando llegó mi auto, cuando vi a Calderón fugazmente entrando al Mesón de san Diego sin voltearme a ver, pero mi hermana se percató que todavía miraba hacia él. –No sé qué pasó del todo acá afuera, pero esos comentarios de tu flamante amigo no causaron nada de gracia, bien merecida que tenía esa cachetada –sentenció mientras yo asentía cansadamente.

–Calderón enteró a Betty que leyó su diario... –musité mientras veía a Camila tenderle la propina al muchacho antes subir al auto para luego seguirla de manera distraída, arrancando después hacia mi departamento.

Tenía muchas cosas que pensar, y sin embargo, no podía evitar voltear en su dirección y sonreír al ver a Camila a mi costado, muriendo por saber que tanto había pasado. –¿Qué te pareció Betty? –sondeé como quien no quiera la cosa, escuchando las risas burlonas de esa mujer.

–Muy tímida, tranquila... Lindísima... –enumeró tranquilamente Camila antes de atacarse otra vez de risa.

–¿Ahora qué pasa? –solté consciente que yo era el blanco de sus burlas, pero no importaba, hace tanto no la veía que lo dejaría pasar sin duda, además moría por saber qué tanto hablaron, por saber qué había hecho durante ese extraño día, por aprovechar su visita.

–Si alguien me hubiera dicho que te enamoraste de alguien así de tranquila, que no era del medio de la familia, que no es extravagante y que por cierto es muy lista.... No lo hubiese creído... –sentenció Camila con una pícara sonrisa. –Pero el "ver para creer" fue muy cierto, si hasta pones una carita que ¡Ay, Dios mío!... –acusó risueñamente para luego bajarse del auto, pues ya habíamos llegado a mi edificio.

Yo tampoco lo creí al principio, no podía negarlo y menos cuando no sabía con precisión qué era ese sentimiento cargado de admiración, de necesidad, de amistad sin condición, de un cariño tan profundo que se empezó a agrandar hasta que todo vacío desapareció.

–¿En qué piensas? –sondeó curiosamente Camila cuando nos adentramos al ascensor, regresándome al presente una vez más, instándome a negar con una sonrisa. –No me digas: en Betty ¡Ay, hermanito! –acusó entre risas.

–Bueno pues sí, ¿Qué tiene de raro? No sé qué va a pasar ahora... –solté a la defensiva, sintiendo su brazo tomarme dulcemente del mío para salir al pasillo, hasta que tomé las llaves para abrir el departamento siendo recibidos por Galán que nos siguió emocionado a la cocina.

–Nada de raro, Armando –musitó Camila ahogando un suspiro hasta que se retiró los botines que traía, caminando descalza por la cocina, viendo a Galán olfatear los botines antes de perseguirla una vez más. –Solo te pido que no estés de desesperado... –sentenció dedicándome una sonrisa, para luego verla tomar la tetera para llenarla.

Me enamoré por primera vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora