AMOR PARTE III

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"Tendrás que reconocer –dijo Albert– que ciertas acciones serán siempre pecado, ocurran por los motivos que ocurran.

Me encogí de hombros y lo reconocí. Pero, querido amigo –continué diciendo–, aquí también se dan algunas excepciones. Es cierto que el robo es un crimen, pero el hombre que sale a robar para evitarse a sí mismo y a los suyos morir de hambre, ¿merece compasión o castigo? ¿Quién levantará la primera piedra contra el marido que, en justa ira, sacrifica a su infiel mujer y a su vil seductor? ¿Y contra la muchacha que, en una hora de dicha, se extravía en los irresistibles goces del amor? Incluso nuestras leyes, esas pedantes de sangre fría, se dejan conmover y se abstienen del castigo."

Johann Wolfgang Von Goethe


POV Marcela Valencia


No podía creer lo que estaba sucediendo.

No, no podía ser y sin embargo...

–¿Marce? –sondeó Patricia mientras hacía señas con una mano en mi cara, instándome a voltear a verla fastidiada.

–¿Qué Patricia, qué? –acusé molesta, pues tenía una maraña en mi cabeza y no era el momento para que me distrajera.

No, la maraña no estaba en mi cabeza, era mi corazón el que estaba confundido, el que reaccionó pues latió rápido, luego se detuvo, luego bombeó una vez más con tal intensidad que creí primero que iba a morir hasta que después latió para regresarme a la vida.

–¡Ay Marce, pues que te quedaste como tonta, ahí parada! –exclamó Patricia posándose frente a mí mientras yo pasaba saliva. –¿Segura de que estás bien? ¿Te traigo algo? –sondeó nuevamente con cara de circunstancias, una que me hizo sonreír.

Muchos dirían que no es la mejor amiga, que es irresponsable, aprovechada...

Bueno, al menos Armando lo pensó, pero no quitaba que era la única persona que estuvo realmente a mi lado cuando más la necesité, que poco a poquitico, aunque sea por el tipo ése, Nicolás Mora, ella estaba cambiando, que se estaba convirtiendo en una mejor persona y solo por amor.

Amor.

Tuve que enterrar ese sentimiento cuando mi ex prometido me confesó que se enamoró de quien menos sospeché, cuando se enamoró de esa mujer.

Pero ahora logré comprobar que el amor no duerme, que puede mutar de formas que no pensé, que podría encontrar un nuevo receptor, uno que jamás pensé.

–Tengo que contarte algo, Patricia –musité tranquilamente, volteando con la misma celeridad para buscar mi bolso que estaba en el mueble detrás de mi escritorio, que tomé rápidamente para luego dirigirme hacia la puerta. –¿Quieres ir a almorzar? –sondeé.

–¡Ay si Marce! Vamos, vamos –soltó tomándome del brazo, saliendo camino al ascensor. –¡Tomo mis cosas y nos vamos! –exclamó mientras me soltaba e iba a su escritorio para tomar su bolso.

Estaba tranquila después de tanto, después de lo vivido que no pude sino ahogar un suspiro que posiblemente aumentó las sospechas de Patricia que me veía con mucha curiosidad, pero que extrañamente iba muy calladita a mi lado.

Las puertas del ascensor se estaban cerrando, estaba a punto de confesar lo que sentía, callando a tiempo cuando lo vi salir de su oficina con ese folder que tenía en las manos, cuando su mirada conectó con la mía y esa tenue sonrisa apareció como por arte de magia para darme una sacudida.

Me enamoré por primera vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora