"Sí, el amor está muy bien a su modo, pero la amistad es una cosa mucho más alta. Realmente nada hay en el mundo más noble y raro que una amistad verdadera."
Oscar Wilde
Narrador omnisciente
En una zona residencial a las afueras de Bogotá estaba la casa de los Mendoza Sáenz.
La propiedad que se escondía prestamente entre los arbustos y árboles que conformaban el perímetro y daban un aire de casa de campo, sencillamente compaginaban con las rocas y madera con que fue construida la casa, denotando la elegancia de quienes habitaban.
Margarita Sáenz de Mendoza estaba sentada en la sala de la casa, ahí, sola pues su marido seguía de visita en Nueva York y aunque regresaría antes de la junta directiva, ella estaba intranquila debido a la dinámica familiar que sufrían. Camila, su hija que durante años se negó a volver a Bogotá y a dirigirle la palabra, había regresado un par de días atrás. Y Armando, el hijo de sus ojos, el consentido de la señora, sufrió un "frenesí" como así creyó que era, una hecatombe tan precisa que terminó por distanciarlo de su esposo, pero también de ella.
¿Cómo llegamos a esto? –se preguntó doña Margarita pasando las páginas de un bonito y grueso álbum repleto de fotografías familiares, viendo las caras sonrientes de sus hijos, viendo cómo se empezaron a reemplazar sus foticos por otras junto con los Valencia, así hasta que Camila ya no aparecía en ellas, prevaleciendo las de Armando y los Valencia, para luego desaparecer en el resto donde los hijos de sus mejores amigos ocupaban cada imagen plasmada, pues fueron tomadas cuando Armando realizaba el posgrado en Estados Unidos.
Nunca imaginó que su hijo fuera capaz de hacer semejantes atrocidades, pero tampoco que le dejara de hablar a ella, a ella que le dio la vida, que lo apoyó en cada paso, en cada locura, aunque ahora no podía ignorar lo que Camila decía: que de alguna manera sus propios hijos fueron desplazados.
"Desplazados" era la manera de atenuar lo que Camila realmente sentía, que los reemplazaron por ejemplares más adecuados, pero hasta ese momento, doña Margarita no se había dado cuenta.
El teléfono repicó distrayéndola de sus pensamientos, instándola a tomar el auricular de manera distraída. –¿Alo? –sondeó la señora, escuchando la voz de Marcela. –Hija, ¿Cómo estás? –preguntó recibiendo un suspiro como respuesta.
–Cansada, Margarita... Harta... –musitó Marcela mientras la señora le cuestionaba la causa.
Marcela le relató su encuentro con Camila a las puertas de Ecomoda, el semblante enamorado de Armando que le dedicaba a la estúpida ésa cada que podía, la sentencia de que si Beatriz se iba, él también lo haría, cómo terminó recordando todo lo que había pasado y de paso, cómo tomó la decisión de hablar con Beatriz de una vez por todas.
–Pero hija, no entiendo, ¿Por qué hablaste con esa mujer? –sondeó nuevamente para desasosiego de Marcela.
–Margarita, ¿Qué quieres que haga? La estúpida ésa está lastimando a Armando, yo no podría presenciarlo y no hacer nada al respecto, ahora agrégale que si Beatriz se va, Armando se va detrás de ella –comentó recordando esa pequeña e insulsa conversación que mantuvieron en la sala de juntas, pero que alertó a doña Margarita que desconocía esa información.
–¿Qué? Explícame esto Marcela, ¿Los dos piensan renunciar? –soltó la señora pasando su mano por su frente nerviosamente.
–No por el momento, Margarita, pero fue lo que me dijo Armando y entonces, ¿Qué pasaría con la empresa de mi familia? Quedaría desprotegida y todo lo que hizo mi papá se iría al caño, y me niego a que Daniel la destruya sin pensar en su legado. –explicó dejando asomar el fastidio en su voz al tener que recurrir a la mujer que destruyó su relación con Armando.
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Me enamoré por primera vez
FanfictionPartiendo desde que fue destituido como presidente, con una Beatriz huyendo de su lado y el desespero que eso le ocasionó, el regreso de ésta hasta la formalización de su noviazgo, esta historia es un POV de Armando Mendoza Sáenz. Armando Mendoza tu...