"Ella me daba la mano y no hacía falta más. Me alcanzaba para sentir que era bien acogido. Más que besarla, más que acostarnos juntos, más que ninguna otra cosa, ella me daba la mano y eso era amor."
Mario Benedetti
Narrador omnisciente
Hay momentos en que piensas que la vida pasa y nada sucede.
Que es un día como cualquier otro, que es un día en la existencia y nada más.
Tal vez así se sentía para muchas personas, Marcela estaba incluida en la lista, ajena a todo lo que pasaba a fuera mientras ella se encontraba en su oficina gestionando la información de los puntos de venta antes de su partida pues sería incapaz de atestiguar esas demostraciones de amor que Armando tenía para la tonta de Beatriz.
Marcela sabía que hizo bien en contarle a Beatriz esa parte de la historia que desconocía, que ya no habría manera de recuperar a Armando y menos con la presencia de Camila, que con él no había puntos suspensivos sino punto y aparte, que él amaba a esa mujer, que ser egoísta no llevaba a nada cuando tres estaban sufriendo.
Y sin embargo, todavía dolía tanto que no era capaz de verlos juntos después de cómo la lastimaron, ella tenía dignidad y no lo podría soportar, perdida en sus pensamientos hasta que la puerta de su oficina abrió abruptamente.
–¡Maaaaaarce! –exclamó la peliteñida.
–¡Patricia, me asustaste! –gritó enojada mientras Patricia callaba y se sentaba frente al escritorio y Marcela la desdeñaba con ese semblante molesto que tan bien le conocía.
Ya no le resultaba tan buena idea contarle a sobre las decenas de arreglos florares que llevaron a presidencia, tampoco decirle que Armando traía un enorme arreglo cargado en brazos, pero es que Marcela tenía que saber, buscar una manera de recuperarle o de plano hacerle la idea que no iba a regresar con él.
Se debatió por un rato, impacientando a Marcela que se levantó de su asiento y la cuestionó. –¿Qué quieres Patricia? Si no vas a decir nada vete, que quiero estar sola. –soltó fríamente.
–Nada, Marce... –musitó con un mohín apenada pero no le satisfizo a Marcela que intuyó venía con algún chisme del día, ofreciéndose a ayudarle con el trabajo que tenía sobre el escritorio como alternativa.
–¡Ahora me dices a qué venías Patricia! –ordenó mientras se sentaba frente a ella y la peliteñida se debatía.
–¡Ay Marce! Es, es que... ¡Ah sí! ¿Por qué no pasaste por mí, Marce? Llegué un poco tarde –reprochó tratando de salirse por la tangente, pero la cara de su amiga la hizo desistir –Pues ¿Qué va a ser? Que el cuartel me está molestando como siempre... ¡Claro, como se creen vicepresidentes no han trabajado en todo el día y ahí andan juntas chismoseando! –exclamó rápidamente, consciente del efecto que esa acusación producía, pues a Marcela odiaba las atribuciones que se tomaban.
–¡¿Ah sí?! ¡Ahora me van a escuchar! –soltó enojada, levantándose de su lugar.
Patricia se levantó por igual, creyendo que distraería a su amiga de lo que en verdad venía a contarle, que además regañaría al cuartelucho de feas así que sonrío muy feliz. –¿Qué les vas a decir, Marce? –sondeó.
–Ya verás –musitó mientras atravesaban el pasillo que daba a la recepción del área administrativa, pero como esperaba, ninguna estaba en su puesto de trabajo, siguiendo hacia la sala pues de seguro ahí estaban.
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Me enamoré por primera vez
FanfictionPartiendo desde que fue destituido como presidente, con una Beatriz huyendo de su lado y el desespero que eso le ocasionó, el regreso de ésta hasta la formalización de su noviazgo, esta historia es un POV de Armando Mendoza Sáenz. Armando Mendoza tu...