FANTASMA

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"No hay fuego ni frío que pueda desafiar a lo que un hombre guarda entre los fantasmas de su corazón."

F. Scott Fitzgerald


POV Armando Mendoza


Había algo de lo que no me había percatado cuando regresó Beatriz tan cambiada, tan transformada.

Ese algo se hizo presente desde el juzgado, ese algo se manifestó sutilmente durante el comité y la eterna presencia de Beatriz en la empresa, pero fue contundente hasta que terminó el día, pues se presentó como una realidad de la que no me había fijado...


Ya había terminado el comité, ya se habían sentado las bases de cada una de las estrategias para la recuperación económica de la empresa y aún no pasaba ni la mitad del día. Aún teníamos cosas que hacer, aún tenía que agilizar las pautas para la exportación de prendas y así arrancar correctamente con la venta de las franquicias y sin embargo, todavía no había vislumbrado lo que sucedía.

Quedaba algo pendiente, quedaba algo que necesitaba recuperar y todavía no resolvía cómo hacerlo sin ponerme en evidencia ante mis duelos, sin evidenciarme siquiera con Beatriz, ni con ella siquiera.

Me había encaminado con Mario Calderón fuera de la sala de juntas para alistarnos y salir al Ministerio, todo mientras elucubraba algún pretexto para rescatar mis reliquias perdidas, para quedarme con esas cosas que parecían dejadas como parte de un testamento, sin siquiera poderme concentrar hasta que Mario habló cuando por fin llegamos a la oficina –... Bueno y nuestra doctora Pinzón entro pisando muy fuerte, ¿no? –cuestionó Calderón para luego comenzar a acomodar nuestros respectivos maletines.

Tenía razón, mucha. Sin duda alguna, Beatriz había regresado fuertemente, había regresado con contundencia.

Claro, él hablaba de sus estrategias, de cada una de sus propuestas, yo hablaba de toda ella –¡Muy fuerte! –secundé sin dudarlo, pues vaya que me había sorprendido nuevamente, vaya que me hacía admirarla cada vez más. –...Pero, ¿Sabe, Calderón? Me gustaron sus propuestas, me gustaron mucho –comenté sinceramente, pues era completamente honesto.

Sabía que ni siquiera tenía que expresarlo; por las caras de fastidio que me dedicó Marcela, pude denotar que había sido demasiado notorio mi predisposición para con ella.

–Si, si, ya me di cuenta –secundó el cretino viéndome con intención, mientras yo fingía demencia y me hacía un tanto el desentendido y seguía guardando en mi maletín los papeles que requeriríamos para esa visita al Ministerio de Comercio Exterior, esa misma que haríamos para poder corroborar las pautas de las franquicias en Suramérica, esas mismas que pondrían en marcha el negocio con el fin de llevarlo a cabo a la de ya, con el fin de no ausentarme por tanto tiempo de Bogotá, con el fin de no distanciarme aún más de ella.

¿Qué importaba? Sus estrategias eran demasiado buenas, novedosas, era la oportunidad para ampliar el mercado y justamente estábamos usando una de ellas, poniéndola en marcha para demostrarle que la escuchaba desde hace mucho antes.

Calderón no dijo nada más, pues sabía que no le daría cuerda, esperando con suma paciencia a que el cretino terminara de guardar sus cosas cuando Freddy llegó a la oficina con mis pertenencias.

–¡Perdón, perdón je! –exclamó Freddy ante la mirada escrutadora que le había dedicado cuando vi que no solo tenía sobre sus brazos las foticos, los objetos y libros de mi escritorio, sino también la bolsa de los detalles así como si no fueran nada, y sin embargo, me regocijé internamente de poder tenerla, feliz porque Beatriz no se había deshecho aún de ella, para luego ser distraído cuando pasó el ingeniero de sistemas que se encargaría de instalar mi computador. –...La señora presidente ordenó que evacuáramos estos elementos de la oficina para adecuar los suyos personales. –explicó el copetín ante la mirada fría que le dediqué, antes de pasar de lleno a la oficina y sacar cada uno de los objetos que tenía en presidencia pero ahora posándolos en esa oficina, posándolos sobre el escritorio que habían acomodado para mí.

Me enamoré por primera vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora