"Mario mantuvo su mirada en los ojos de ella y durante medio minuto intentó que su cerebro lo dotara de las informaciones mínimas para sobrevivir el trauma que lo oprimía: quién soy, dónde estoy, cómo se respira, cómo se habla.
-Beatriz. Me la quedé mirando, y me enamoré de ella.- Neruda se rascó su plácida calvicie con el dorso del lápiz. -Tan rápido. -No, tan rápido no. Me la quedé mirando como diez minutos."
Antonio Skármeta
POV Beatriz Pinzón Solano
Todo lo que decía doña Marcela me tomó por sorpresa.
Esa mujer que desde el primer momento me despreció, que me trató con tanto odio, que por azares del destino... No, por azares del destino no, que nos volvieron el karma una de la otra, ahora la tenía desdeñando parte de su historia, ahora me instaba a removerme incómodamente por sus palabras.
–No comprendo cómo dice amar a Armando y se comporta de esa manera con él... –soltó doña Marcela con ese odio que bien le conocí, acusó como si supiera mis sentimientos por ese hombre que no solo me hizo sufrir a mí, sino a ella por igual.
Y es que escucharla parecía una utopía, algo irreal salido de la cabeza de Huxley, pero ahí la tenía frente a mí, oscilando su mirada hacia el tulipán que don Armando me dejó ese día.
–...Pero bueno, usted tiene sus motivos para desconfiar, posiblemente teme que Armando cambie de opinión cuando todo esto termine –sentenció fríamente mientras me daba una estocada, una sutil pero que dejó bailando a Betty cuando se sobresaltó dentro de mí.
No sabía porqué tuvo la necesidad de decirme todo eso, tampoco comprendía sus reacciones cuando yo trataba de ser discreta, cuando realmente intenté cumplir el pacto que por momenticos olvidaba, cuando ese pacto me significaba tomarme el tiempo necesario para decidir, cuando me ayudaba indirectamente a no lastimarla.
Pero es que el pacto no valía nada.
Camila fue quien me lo recordó, doña Marcela también lo hacía, pero Betty había decidido ignorarlo, ella sabía que no sería posible cumplirlo y al mismo tiempo trabajar nuevamente con don Armando.
Y ahora, ¡Dios mío! Ahora esta mujer quería liberarme cuando Betty lo hizo desde hace tanto.
Y sin embargo no sabía qué pensar...
Ahí estaba mi trauma, doña Marcela sutilmente me había recordado el miedo que sentía de ser timada una vez más, que usaran mi corazón como una pera de boxeo con tal de ganar. Pero por otro lado, parte de mí reconocía que don Armando desnudó tanto pero tanto su alma en días, no en meses cuando fue tan enigmático, pero ahora él había cambiado, yo lo había hecho y no podía menospreciar sus intentos cuando se veía tan entusiasmado.
–¡Beatriz! Bájese de la nube, que le estoy hablando –soltó doña Marcela regresándome a la oficina con su llamado.
Ella quería un exilio, uno que no merecía cuando era accionista de la empresa, removiéndome la conciencia que fuera ella quien quisiera irse para alejarse de don Armando que asomó por la puerta hace rato. –Doña Marcela... Yo sé que es difícil, que esta pidiendo se considere... Pe-pero me gustaría pensara las cosas, sería dejar los puntos de venta a la deriva, dejar su empresa a la deriva... –musité tratando de que comprendiera que no tendría que ser así, que en algún momento yo me iría y bueno, si don Armando seguía en la misma tónica, no habría nadie que manejara Ecomoda.
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Me enamoré por primera vez
Fiksi PenggemarPartiendo desde que fue destituido como presidente, con una Beatriz huyendo de su lado y el desespero que eso le ocasionó, el regreso de ésta hasta la formalización de su noviazgo, esta historia es un POV de Armando Mendoza Sáenz. Armando Mendoza tu...