PURGATORIO

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"...¿Quién os ha guiado, o quién os ha servido de antorcha para salir de la profunda noche, que hace sea continuamente negro el valle infernal? –dijo el anciano en la entrada del purgatorio. –¿O se ha dado quizás en el Cielo un nuevo decreto, que os permite, a pesar de estar condenados, venir a mis grutas?

–No vine por mi deliberación, sino porque una mujer, descendida del cielo, me ha rogado que acompañe y ayude a éste."

Dante Alighieri


POV Armando Mendoza


El día ya había comenzado.

Empezó un tanto confuso, si a esas vamos; pues por un lado, tenía el dulce recuerdo que me dejó el sueño con Beatriz en mis brazos, lo extasiado que me sentí al tenerla otra vez aunque fuera así, pero por otro, se repetía sin piedad esa sentencia, esa condición de que la dejara en paz, que me mantuviera lo más alejado de ella cuando yo lo que quería era justamente hacer lo contrario.

Me había acicalado como no lo hacía desde hace mucho, con el deseo disimulado de que me viera nuevamente, que se percatara que lo hacía por ella, para no parecerle más perdedor de lo que ya era, terminando el proceso al rociar esa loción que tantas veces había usado para entrar por el olfato en las mujeres, consciente que ahora solo me importaba que me olisqueara ella, que se le colara mi esencia de ser posible de esa manera.

Todavía tenía una hora libre antes de la cita del juzgado, una hora antes de verla nuevamente, así que tuve que aprovechar ese tiempo para avanzar ese plan de negocios que fungiría para acercarme a Beatriz, y a su vez, para subsanar las deudas que todavía posaban sobre Ecomoda. Aún no ponía al tanto a Calderón sobre esa estrategia que habíamos ignorado, así que salí de mi habitación con mi teléfono en mano, sentándome en la sala, tratando de callar a mis demonios que me reprendían por someter a Beatriz a la presencia del cretino ese, pero necesitaba de sus contactos para acercarme a ellos con la propuesta, llamando muy a mi pesar, escuchando el repiqueteo del celular una, dos, tres veces antes de que respondiera, molesto pues lo había despertado, escuchando una sarta de estupideces antes de dejarme siquiera hablar –¡Cállese, Calderón, cállese! –le solté entre dientes, esperando entendiera la urgencia con la que hablaba.

–Es muy temprano para que tenga ese genio ¡Calme esa bestia! –soltó aún adormecido, desesperándome aún más, instándome a explicarle de una vez por todas lo que quería hacer.

–Calderón no estoy para juegos, necesito que nos veamos más tarde, de ser posible en Ecomoda...–le comenté mientras acariciaba a Galán, que se había acercado para recibir sus mimos.

–Señor expresidente, por si a usted se le olvidó, le recuerdo que su ex monstrete nos echó, no nos quiere ahí... –interrumpió ahogando un bostezo – ¿Cómo para qué o qué quiere que nos veamos en Ecomoda?–espetó nuevamente.

–¡No le diga así, imbécil! –exclamé enojado, escuchando a través de la línea un bufido del estúpido ese. –... Quiero revisar sus contactos y los estudios de mercado internacional y necesito que los verifique para presentar la estrategia de negocios para la venta de franquicias, ésa propuesta que nos dio Beatriz –le empecé a explicar lo más conciso que pude, esperando que el cretino entendiera, pero Mario no había dicho nada –...Beatriz dijo ayer que habría un comité después de que cumplamos la cita en el juzgado y necesito que la expongamos ahí–expliqué otra vez.

–¡Ah, ¿o sea que ya se decidió a acercársele nuevamente a su ex... a Betty?! –intuyó el maldito, mientras reía, haciéndome resoplar –¡Bien mi querido expresidente! ¡Muy bien! –expresó el idiota ese –¡Lo felicito, hermano! Está usando la estrategia de Betty para que lo perdone, ¿o me equivoco?–soltó perspicazmente, haciendo que mi enfado se acrecentara, pero opté por salirme por la tangente una vez más.

Me enamoré por primera vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora