PALABRAS

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"Hay diez centímetros de silencio entre tus manos y mis manos, una frontera de palabras no dichas entre tus labios y mis labios, y algo que brilla así de triste entre tus ojos y mis ojos..."

Mario Benedetti


POV Armando Mendoza


Es increíble cómo el lenguaje es tan cotidiano, tan parte de uno que no se le pone la atención requerida a las palabras. Yo las había enunciado, las había sentido, las había escrito en declaraciones y avisos sin siquiera un dejo de esmero, hasta que me di cuenta que no solo las quería decir para mí, sino que necesitaba que las escucharan, que las comprendieran, que a partir de ellas pudiera salvarme de la vida, pues de la muerte ya había sido salvado.

Quería mi vida, claro que sí, pero quería a la razón de mi existir.

Quería que Beatriz supiera la verdad implícita en esas meras expresiones, en esa unidad de la lengua misma que solo tomaban su encanto si las escuchaba ella, que solo me interesaba que las conociera ella, pues enunciaban mis mas preciosos sentimientos, esos que solo Beatriz me había hecho descubrir, que sentía porque ella me los mostró, porque los causó en mí.

Ya tenía mi medio, mi medio para llegar a ella, para decidir en ese intervalo si por fin declaraba mis palabras o callaba esa noche para darle la tregua que había concebido durante ese mismo día. Y mientras tanto, hice uso de palabras, aquellas que sonaban lo suficientemente amistosas como para que Freddy aceptara indirectamente a acercarme a Beatriz una vez más, a romper un poco de la lejanía que sentí durante el día.


–... Cuénteme Freddy, ¿usted tiene plan para esta noche o que le gustaría tomarse unos tragos conmigo? –cuestioné amistosamente, mientras que Freddy aceptaba gustosamente cuando le confirmé que dicha salida corría por mi cuenta, dirigiéndonos en mi auto hacia un bar que no estaba lejos de ahí, empezando con la misión que mis demonios sentenciaron para esa noche, sentándonos a tomar, pidiendo whisky como era mi costumbre, mientras que al copetón le daba por tomar y tomar como yo había hecho con anterioridad, como si quisiera ahogar sus pensamientos, tratando de no externar sus sentimientos, de convertirlos en palabras; cambiándoles por tantas otras y entonces comenzar por cuestionar el cambio en presidencia, señalando mis errores pasados que justo yo le estaba confesando, pues obviamente era notorio que los estaba pagando, y a cuotas pequeñicas, interminables...

–... ¡Cómo fue de burro, mano!? –recriminó Freddy, levantándose de su lugar, mientras yo le espetaba que él no sabía ni la mitad de mis errores cometidos, tratando de defenderme ante sus acusaciones, mientras el hombre soltaba un monólogo sobre el aprecio que me tenía, dándome cuenta que podía ser un bobo, pero también alguien que resultó ser más leal que Calderón; escuchando a Freddy decir que a la próxima consultara cualquier trastada con él, haciéndome reír ante su propuesta, para luego oír la mención de tan agradable momento que estábamos compartiendo en lo que pedía dos tragos más, y yo escuchándolo con paciencia, esa que se quería agotar, esa que se perdió cuando soltó que tomaríamos la presidencia otra vez, como si de un golpe de estado se tratara, sintiendo cómo mi demonios revoloteaban ante la posibilidad de un sabotaje al trabajo de Beatriz por parte de los empleados, instándome a cuestionarlo sin más.

–¿No será que usted tiene algo contra Betty, Freddy? –solté con retintín, mirándolo fijamente.

Sabía que el hombre estaba tomado, que le daba por hablar y hablar sin pensar, pero mis demonios me estaban alertando, tomando fuerza la paranoia en mi cabeza, incitándome a indagar.

Me enamoré por primera vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora