30 DE NOVIEMBRE DEL 2019
12:30 pm, HORA DE MADRIDCory Shane
El viaje de México a Madrid no me sorprendió, había sido tan aburrido y agotador como las otras veces en las que había viajado de aquí hacia allá o viceversa, en realidad durante el transcurso de esta larga travesía intenté dormir como el doctor me había recomendado, pero entre los gritos exasperantes de mis hermanas y la preocupación que me embargaba por no saber qué sucedería a mi regreso me impidieron poder pegar un solo ojo durante las 12 horas que duró el vuelo.
Miré a través de la ventana, entonces pude ver tierras europeas y supe que debía colocarme el cinturón de seguridad, después el piloto del CAAG anunció que pronto aterrizaría el avión.
Tuvieron que pasar unos cuantos minutos para poder bajar, y una vez estuvimos en tierra firme me coloqué mis lentes oscuros y acomodé mi cabello en una coleta alta para que el aire de Madrid no me despeinara. Era un milagro que a estas alturas del otoño no estuviera lloviendo en Madrid, pero me agradaba este tipo de sol, no me hacía sudar ni me traía dolores de cabeza.
La pista de aterrizaje se encontraba solitaria, a excepción de los empleados —solo eran un par— y de mi familia y los guardaespaldas. De pronto mis hermanas bajaron corriendo, pasándome por un costado, provocando que mis piernas flaquearan. Y para terminar de avergonzarme frente a las pocas personas que se hallaban en ese lugar, mi madre había chocado contra mí, en un intento por atrapar a mis queridas y tan diabólicas hermanas. Así que no pude estabilizar mi equilibrio y me caí al suelo.
Apuñé las manos sobre el asfalto, sintiendo impotencia, las desveladas que había estado teniendo en las últimas semanas tomaban factura entonces, ni siquiera quería levantarme del suelo, pero mi padre no iba a permitir que su hija permaneciera haciendo el ridículo ahí, así que me brindó esa mano que no me dio cuando más la necesitaba. Lo miré de reojo y me negué a aceptarla, así que me levanté por mi propia cuenta, sacudí el polvo de mis manos y mis rodillas, y luego me adelanté al auto.
En este ya se encontraba mi madre, regañando a mis hermanas por lo cometido.
—Pero mamá— Anisha se quejó, haciendo pucheros. Sabía que si no le daban algún dulce terminaría llorando, así que rebusqué en mi bolso y encontré un par de chocolates que había estado guardando por mi ansiedad.
—Anisha, Alicia— Las nombré, intercalando mi mirada de una a la otra. —si me prometen que se calmarán les daré esto.
Y entonces les mostré los chocolates, una táctica perfecta para hacer que las niñas dejaran de hacer escandalo o ir de un lado a otro. Por dicha acción mi madre me arrebató los dulces y los guardó en su bolso, molesta conmigo.
—¿Estás demente, Cory? Si le das eso van a ponerse más imperativas, no...— Rodé los ojos.
—¿Me crees tan estúpida?— Bufé, fastidiada. —no iba a soltarles los chocolates ahorita
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Corazones Tempestuosos (AQM I) (PGP2024)
Teen Fiction❌Está historia participa en los Premios Gemas Perdidas❌ Trilogía Tempestades -Lo siento, Cory, pero esto es todo- Me había dicho esa noche fría y oscura, sin importarle verme llorar y suplicarle que no me dejara. Dejándome ahí, tan desolada y desdic...