48. Declaraciones

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08 DE ENERO DEL 2021

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08 DE ENERO DEL 2021.

Cinco meses habían pasado desde que Ithiel y yo dejamos Madrid. Él, influenciado por su padre para hacerse cargo de las empresas HALSCORP, y yo siguiendo al amor de mi vida a la gran y bulliciosa ciudad de nueva york.

Durante el tiempo que compartimos juntos todo fue realmente maravillo, conocer una nueva ciudad sin la absurda necesidad de sentirme como un objeto al que pudiesen robar, sin tantos escoltas, sin sentirme asfixiada por tanta seguridad fue increíble. Aunque constantemente recibía llamadas de mis padres, angustiados o insistiendo en que volviera, eso no evitó que disfrutara de la gran manzana.

Una mañana, justo un día antes de partir a Madrid, desperté a lado de Ithiel una vez más. Él dormía todavía, sus pestañas chocaban con sus pómulos y sus brazos se aferraban a mi cuerpo como si en sus más profundos sueños temiera a qué huyera y lo dejara solo. El recuerdo de tantas veces con él, tantas noches a su lado y tantas mañanas despertando sola me avasalló mientras le veía, era impresionante como es que Ithiel había dejado de lado todo eso, solo para convencerme de que realmente me amaba y que me quería siempre a su lado. Ambos cometimos errores, ambos tratamos de huir de las consecuencias, pero tratar de hacerlo solo nos llevó a la desgracia. Sacudí la cabeza despabilando esos pensamientos pesimistas.

Todo eso ya era pasado, el universo nos había dado una nueva oportunidad para hacer las cosas bien y tener ese final que siempre había querido tener.

Acaricié su cabello y me acerqué un poco para besar su mejilla, un acto de cariño que le hizo abrir los ojos y conectar su mirada con la mía.

—Buenos días, Amor— Dije, él elevó las comisuras de sus labios y me regaló una sonrisa.

—Buenos días, Corazón— Contestó, para después deshacerse de todo el espacio que había entre los dos y poder besar mis labios. —¿Las náuseas te despertaron de nuevo?

Me sonrojé, apenada, porque en realidad me había despertado por el terrible antojo de unas galletas con helado. Sacudí la cabeza en forma de negación, y escondí el rostro en su pecho para que no pudiera seguir viendo mi rostro sonrojado.

—Mi amor, no pasa nada, sabes que es normal— Dijo, apartándome y acunando mi rostro en sus manos. —¿O se te ha antojado algo?

Asentí con la cabeza, luego me subí a horcajadas sobre él y besé sus labios con dulzura.

—Perdón— Dije, al cabo de unos segundos, las hormonas alborotadas que tenía me estaban consumiendo por completo y cada día que pasaba, cada semana me volvía más sentimental.

—Nena, no me pidas perdón por eso, ahora mismo, si me permites, voy por lo que sea que desees— Dicho eso, feliz por sus palabras, me hice a un lado para permitir que se levantara.

Un mes después de haber llegado a Nueva York comencé a tener náuseas y mareos, en su momento creí que se devia a las secuelas que la bulimia había dejado en mí, pero tras desmayarme en medio de una reunión con unos inversionistas, Ithiel y yo nos llevamos la inesperada sorpresa de que estaba embarazada. La felicidad de Ithiel al escuchar al doctor fue inegable, en el brillo de sus ojos se podía ver la ilusión de ser padre y, aunque una parte de mí no se sentía preparada para traer al mundo a un bebé, me prometí intentarlo hasta aceptar el hecho de que en unos meses sería madre. Desde ese momento, Ithiel siempre estaba pendiente a mí, mis necesidades y antojos.

Corazones Tempestuosos (AQM I) (PGP2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora