43. Una llamada inesperada

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Ithiel Hale

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Ithiel Hale

  TRES HORAS ANTES.

Los nervios me carcomían; las últimas dos semanas habían sido una carga pesada tanto para Karla como para mí, debido a los exhaustivos preparativos de la boda. Karla había optado por celebrarla en su residencia en Ibiza, y no pude negarme a satisfacer todos sus deseos. Era un día sumamente especial en su vida, un sueño acariciado desde la infancia: una boda de ensueño. Aunque no tenía la menor idea de cuánto habíamos gastado en los preparativos, estaba seguro de que superaba ampliamente el medio millón de euros.

Desde que amaneció, no se me había permitido verla, siguiendo la antigua tradición de las bodas que considera de mala suerte que el novio vea a la novia antes de la ceremonia. A pesar de que personalmente desechaba tales supersticiones, respeté los deseos de ella y la aguardé con paciencia hasta que las campanas sonaron, y tuve que colocarme frente al altar, adornado con flores blancas y un imponente aro floral. El sacerdote ya estaba listo para dar inicio a la ceremonia, mientras los invitados comenzaban a tomar asiento.

Mis nervios alcanzaban su punto máximo.

Hace apenas un año, aún me consideraba una persona inmadura e incapaz de imaginarme en esta situación. Sin embargo, mi vida había dado un giro de 180 grados tras mis errores y el daño causado a personas que no lo merecían.

Comencé a dejar atrás viejas rencillas y a enfocarme en mi propio futuro. Así que allí estaba yo, contemplando cómo mi futura esposa aparecía al final del pasillo cubierto de pétalos de rosas rojas.

Lucía deslumbrante con ese vestido blanco, irradiando una elegancia que la hacía parecer una auténtica princesa, al menos en mi percepción. Pero su belleza no se limitaba a lo físico; Karla tenía la habilidad de ganarse el cariño de todos a su alrededor gracias a su innata bondad y amabilidad. Esto me recordaba a Cory, a quien siempre le gustaba donar parte de su dinero a organizaciones benéficas, incluyendo una fundación dedicada a niños con discapacidades especiales.

Parpadeé un par de veces para disipar el recuerdo de aquella pelinegra encantadora y me enfoqué en la mujer que avanzaba al compás de la música instrumental, escoltada por su padre.

William extendió la mano de su hija en cuanto llegaron al altar, una sonrisa amplia adornaba su rostro. Tomé la mano de Karla con gratitud, escuchando las palabras de su padre.

—Hoy te confío al tesoro más preciado que poseo, Alexis.— Sus ojos me miraban intensamente. —Karla merece toda la felicidad que el mundo puede ofrecer, y confío en que cumplirás todas las promesas que le has hecho.

—No tienes por qué preocuparte William, Karla está en buenas manos— Respondí, girando hacia Karla y compartiendo una mirada cómplice con ella. —He aprendido a quererla más de lo que jamás imaginé.

—Eso me tranquiliza, hijo. Ahora, es hora de comenzar la ceremonia.

William bendijo a su hija y se dirigió a su lugar junto a su esposa y mis padres.

Corazones Tempestuosos (AQM I) (PGP2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora