CUATRO MESES DESPUÉS.
17 DE MAYO DEL 2020El sol había vuelto a aparecer, iluminando cada pequeño rincón de mi habitación, una habitación de la que solo salía para ir a la universidad. Habían pasado cuatro meses desde la muerte de Sebastián y cada día que pasaba me alejaba aún más de aquellos que solo deseaban que volviera a ser la Cory alegre y con alma. Estaba sentada en la esquina de la ventana, observando a las gemelas corretear alrededor de la piscina. Me había colocado los audífonos para escapar de la realidad con un poco de música, misma que solo le daba rienda suelta a ese dolorcito imaginario que sentía en mi pecho.
No podía escuchar lo que pasaba a mi alrededor, pues estaba ensimismada en mis propios pensamientos y la música la tenía en el volumen máximo, así que no me di cuenta cuando mi madre entró a la habitación, hasta que me quitó los audífonos.
—Cariño— Volteé a verla con molestia. —¿No has recordado que día es hoy?
—Otro día miserable para mí, madre. ¿Ahora puedes darme mis audífonos ya?— Contesté, claramente sin ánimos.
Mi madre, por otro lado, solo se sentó a un lado de mí y se me quedó viendo, para después acariciar mi mejilla con una calidez que me estremeció.
—Entiendo muy bien tu dolor, mi amor— Dijo ella, con pesar. —Pero nunca has dejado sola a tu mejor amiga en este día. Creo que te hará bien pasar tiempo con ella.
Su nombre se quedó pululando alrededor de mi cabeza y me sentí culpable por no haberme acordado de ella y mucho menos lo difícil que le es sobrellevar este día. Era 17 de mayo, el aniversario de muerte de León Viéll; solía ser su escolta, pero ella y él se habían enamorado a pesar de que estaba prohibido. Hace tres años de su muerte y aún nadie había sabido nada sobre el asesino de él.
—Que egoísta he sido— Musité, bajando la mirada al suelo. —Debería de haber estado con ella.
Tan solo pensar en lo que había sucedido con Sebastián, temí que algo malo sucediera con mi mejor amiga solo por no poder estar a su lado como aquellas otras veces en las que si lo hice. Yo era consciente de lo difícil que era para ella este día y como se deprimía tras recordarlo. Y ahora entendía como se sentía, entendía lo que pasaba por su cabeza en momentos como estos, y lo menos que deseaba era perder a alguien más, no sabía si lo soportaría.
—Las dos se necesitan— Dijo mi madre una vez más, haciendo que levantara la cara. —Y quítate de la cabeza eso de que eres egoísta, porque no es cierto, preciosa. Tú padre y yo criamos a una mujer generosa y noble.
Mamá me haló a ella para envolverme en sus brazos, calmando todos esos pensamientos pesimistas que me atormentaban. Tras unos segundos, nos separamos y ella besó mi frente con amor y ternura.
—Te ayudaré a buscar un conjunto, mientras te das una ducha— Dijo de pronto, regalándome una sonrisa de labios cerrados.
No me quedó más remedio que aceptar, dejé que mi madre me ayudara a buscar lo que me pondría y yo me adentré al cuarto de baños. En dicho lugar me había encontrado con la bañera ya lista con sales de baño y un rico olor a incienso. Me di una ducha relajante que duró más de 20 minutos. Luego salí y me vestí con la ropa que mi madre había escogido para mí. Curiosamente, consistía en un jogger tipo pants deportivo color blanco, un top y un jersey en conjunto con el color del jogger. Mamá me conocía tan bien, sabía que no estaba de ánimos para andar usando ropa pegada al cuerpo o vestiditos de vuelo.
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Corazones Tempestuosos (AQM I) (PGP2024)
Teen Fiction❌Está historia participa en los Premios Gemas Perdidas❌ Trilogía Tempestades -Lo siento, Cory, pero esto es todo- Me había dicho esa noche fría y oscura, sin importarle verme llorar y suplicarle que no me dejara. Dejándome ahí, tan desolada y desdic...