20. Punto de quiebre

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Ithiel Halle

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Ithiel Halle.

—¡¡JODER!!— espeté, tan cabreado con ella, que ni siquiera fui consciente de lo estúpido que era patear una piedra gigante como si fuera un maldito balón. Me retorcí del dolor, pero mi determinación permanecía intacta ante ella —¡Mírame a los ojos, Cory! ¡Mírame y dime qué ya no importo, que ya te olvidaste lo mucho que me amabas!

La pelinegra solo observaba mi intento por calmar el incesante dolor sobre mi pierna, sin indicios de darle respuesta a mis dudas. Podía ver a través de su mirada que que estaba destrozada por todo lo que le oculté y que pedir explicaciones sobre sus acciones estaba de más, pero necesitaba escucharla, quería escuchar si tan siquiera seguía sintiendo algo por mí, porque apesar de que la sangre me hervía de celos y el orgullo se apoderaba cada vez más de mí, tenía la estupida esperanza de que podíamos arreglar lo nuestro.

—Y tú, ¿Me amas? digo, porque de haber sido así, talvez no me hubieses confundido con alguien más, dime ¿Solo fui el remplazo de tu novia difunta?— Me quedé perplejo nuevamente, escucharla hablar sobre ella me dejaba inquieto, porque su rostro se veía como el de Melissa, pero su voz y sus palabras me dejaban en claro que ella no es, ni jamás sería ella. Al no responder, Cory prosiguió hablando —¡CLARO QUE LO FUI! ¡Por eso no podías amarme como quería que lo hicieras! Y jamás me amarías, me quedó claro cuando me confesaste que no sabías si amarme u odiarme...

Su voz era una combinación de amargura y resentimiento hacia mí, escucharla así me dejó sin palabras, y sí, una parte de mí, muy en el fondo de mi corazón se sentía tan culpable por hacerla sentir de esa manera, sin embargo, sería una hipocresía seguir negando la verdad que ella ya sabía. Desde el instante en que la miré en ese bar, justo con Miriam, supe que nada de lo que dijera después la haría volver a mis brazos, la había perdido, y yo me perdí aún más de lo que estaba.

Me preparé mentalmente para soltar aquellas palabras que intenté reprimir por mucho tiempo, solo que está vez venían acompañadas de desprecio, de odio hacia su persona. Y es que por más que anhelara recuperarla, la impotencia y los celos que me ocasionó verla con alguien más, me consumieron por completo. Siempre la consideré de mi propiedad, la sentía mía, era mía, pero sus labios se atrevieron a besar a otro y eso le había dado duro a mi ego.

—Melissa era aún mejor que tú, ella no tenía remplazo, era única e inigualable. Que te haya utilizado para olvidarla a ella es muy diferente a haberla reemplazado.— Dije en calma, pero haciéndole saber que la despreciaba. —La diferencia entre tú y ella es que a ti cualquiera puede reemplazarte, abandonarte y olvidarte, porque no vales la pena

Cory retrocedió unos cuantos pasos hacia atrás, asustada y herida por mi crueldad. Siempre había sido consciente de todo lo que Cory hizo por mí durante nuestra relación, pero en ese preciso instante, ni el más minimo recuerdo de los momentos en los que me brindó amor y felicidad me fueron suficientes para aliminar de mi cabeza lo que había visto allá en el campo de futbol. Si no podía tenerla yo, haría que ella se sintiera tan desechable como para ser incapaz de querer a alguien más.

Corazones Tempestuosos (AQM I) (PGP2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora