Me di un momento para cerrar mis ojos y respirar profundamente, calmando al latiente corazón que llevaba dentro del pecho. Entonces, como el viento soplando en mi rostro, el sonido risueño de dos risas me avasalló completamente, obligándome a abrir mis ojos de golpe y llevándome a encontrarme con dos pequeñas niñas de nueve años. Anisha y Alisha, mis hermanas gemelas. Ambas tenían el cabello pelirrojo, que más que más que rojo, parecía naranja zanahoria. A diferencia de mí, que tenía el cabello completamente negro y lacio, ellas lucían un cabello tan ondulado como las sutiles ondas del mar, largo como una liana y brillante como el mismo sol. Sus caritas lucían pecas tan gráciles que, incluso, a la lejanía podrías notar.
Las dos me llegaban por debajo del pecho, pero aleguas se notaba que tendrían estatura alta, después de todo nuestros padres nos habían heredado buenos genes. Sin embargo, ellas habían sido las únicas en heredar los ojazos de mi padre, azules como el mismísimo cielo.
Una de ellas se detuvo al verme, sus ojitos me observaron por un instante con una alegría inmensa y sin detenerse un momento más, me comenzó a halar diciendo mi nombre una y otra vez con insistencia, así, tal cual lo haría alguien que requiere de tu atención, pero que, aun así, no se la das. Cosa que era absurda, ya que ella tenía mi atención completamente.
—¡Cory! ¡Coryyyy!— Insistió, esta vez, jaloneándome.
—Hola hermana mayor, te queremos mucho y nos alegra que ya hayas vuelto— el sarcasmo se hizo notorio en mi voz, a la hora de contestarle finalmente.
—Como sea— Dijo, restándole importancia a ello. —¡Pero tienes que ver nuestra casita en la casota!
Sonreí negando, Anisha era mucho más hiperactiva que Alisha, parecía que comía chocolate, a mamá se le complicaba mandarla a dormir y cuando finalmente lo lograba, la traviesa de mi hermana —que es la que hechiza— se despertaba a media madrugada, despertando a nuestros padres, como si al día siguiente no tuvieran que ir a trabajar. Decía que tenía pesadillas, pero me daba la impresión de que ella era la pesadilla y por eso nunca dormía bien.
Seguí a mi hermana y en el camino nos encontramos con Alisha, quien se abalanzó sobre mí y me abrazó con efusividad, como si me hubiera ido por mucho tiempo, cuando en realidad, ellas eran las que se fueron a ese campamento escolar que papá financiaba cada año.
Al fin llegamos a la sala del cine que se encontraba en el segundo piso, por los asientos principales había varias sabanas compuestas como casitas de acampar, mismas que sujetaban a sillas del comedor con pequeñas ligas de su cabello. Sonreí al recordar mi infancia, mi madre siempre fue alguien consentidora —igual mi padre, pero no tanto como Ginebra Gutierrez—. Cuando era yo sola, jugábamos a que éramos constructoras de casas, a las escondidas después de armar las casitas o simplemente, veíamos una película dentro de la casita mientras comíamos palomitas y después nos dormíamos juntas ahí. Eran recuerdos que añoraba, que extrañaba de mi infancia y ver a mis hermanitas hacerlo juntas, me ponía sentimental.
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Corazones Tempestuosos (AQM I) (PGP2024)
Novela Juvenil❌Está historia participa en los Premios Gemas Perdidas❌ Trilogía Tempestades -Lo siento, Cory, pero esto es todo- Me había dicho esa noche fría y oscura, sin importarle verme llorar y suplicarle que no me dejara. Dejándome ahí, tan desolada y desdic...