Cory Shane
El mensaje que recibí no se me iba de la cabeza, trataba de aparentar que todo estaba bien, mientras que por dentro me consumían las dudas e inseguridades surgidas desde el momento en que leí ese mensaje.
Finalmente llegamos a mi casa, pero y no fuimos los únicos en llegar a las ocho de la mañana a la mansión, detrás de nosotros venían mis padres entrando en el Mercedes Benz, tras abrir el gran portón. Una vez que el auto se estacionó en frente de la puerta principal —justo donde nos encontrábamos Ithiel y yo— mis padres bajaron del auto, pude darme cuenta del aura de felicidad y alegría que los rodeaba, pues la hermosa y elegante mujer que tomaba la mano de aquel hombre altivo, imponente y poderoso, reía enérgicamente, contagiando a mi padre en segundos.
Era inevitable ver esa imagen e ignorar las sensaciones que provocaba en mí, siendo la chica soñadora que era. Tantas veces me he preguntado cómo es que dos personas tan distintas se pudieron enamorar antes y seguir amándose después de tantos años. Verlos a ellos así, era como leer una novela romántica con final feliz. Era así como me gustaba ver a Ginebra Gutiérrez, me gustaba verla brillar tal cual las estrellas en medio de la inmensa oscuridad, sobre todo porque me hacía sentir que en la vida sí se podía ser plenamente feliz y que también existía el amor verdadero.
Mamá fue aminorando la risa en cuanto se dio cuenta de nosotros dos, vestía tan impecable y hermosa como siempre, con ese vestido blanco y sencillo que le acentuaba sus curvas bien cuidadas. Mamá siempre había procurado ser impoluta con su imagen, tomaba las medidas necesarias para mantenerse sana físicamente, hacía yoga e iba a correr por las mañanas antes de que las gemelas se despertaran. Nunca le salieron granos porque mi abuela le hizo cuidarse la piel desde que su adolescencia inicio y lo mismo conmigo.
Si tuviera el pelo pelirrojo de mamá y no el de papá, sería la viva imagen de ella.
—¡Cariño!— Saludó ella, mientras subía las baldosas que daban a la entrada. Al estar cerca de mí me dio un beso en la mejilla con dulzura y después saludó a Ithiel. —Me estaba comenzando a preocupar porque tenía rato sin saber de ti, hijo. ¿Muchos asuntos que resolver?
—Así es, señora Shane, he estado bastante ocupado— Dijo mi novio como si nada. Luego, dirigió su mirada a mi padre, quien me estaba saludando con mimos, extrañamente dulces. Al parecer había tenido una buena noche con mi madre. —Hola, André.
—Hale— Respondió el pelinegro de ojos azules, atrayendo a su nuero a un abrazo fraternal, quizás también, paternal.
Ithiel recibió el abrazo de mi padre, quien lo recibió con gusto. Como lo dije al principio de la historia, mis padres apreciaban demasiado a mi novio y podría estar segura que lo veían como un hijo más.
—Que gusto verte nuevamente por aquí, Corita había estado muy triste desde que desapareciste del radar.
En ese momento fulminé a mi padre con la mirada, se suponía que eso nadie debía saberlo, ni siquiera él, pero ahí estaba contando mis días malos. Al final, Ithiel y él terminaron hablando sobre los últimos dos partidos para llegar a las nacionales que la universidad preparaba cada dos años, este año esperábamos tanto Ithiel como yo poder competir contra los Estados Unidos de América, pero aún faltaba demasiado para ello. Y mientras ellos platicaban amenamente, yo me dispuse a subir a mi habitación para darme otra ducha —corta— y cambiarme la ropa.
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Corazones Tempestuosos (AQM I) (PGP2024)
Novela Juvenil❌Está historia participa en los Premios Gemas Perdidas❌ Trilogía Tempestades -Lo siento, Cory, pero esto es todo- Me había dicho esa noche fría y oscura, sin importarle verme llorar y suplicarle que no me dejara. Dejándome ahí, tan desolada y desdic...