Hielo oscuro: tu mayor miedo

Tú otra vez

❄️Narradora❄️

Las hermanas Arendelle iban juntas de la mano hacia el salón principal, cuando Elsa decide detenerse antes de llegar para hablar con su hermana.

—Anna...— su voz estaba temblorosa.— ¿Sabes que tengo que irme pronto verdad?— volteó a verla a los ojos.

—Pero acabas de llegar...— la castaña juntó sus cejas debido a la tristeza.

—Lo sé, pero no puedo arriesgarte, necesitamos acabar con esto antes de que regrese definitivamente contigo— la platinada la tranquilizó.

—Esta bien, pero tienes que avisarme cuando te vayas, no importa si es mañana o en dos meses, tienes que decirme— se unieron en un abrazo.

Las trompetas empezaban a sonar y fue cuando Anna supo que era su entrada.

—Espera mi aviso— sonrió con mucha emoción.

La platinada estaba tan nerviosa que sus manos comenzaron a sudar. Trataba de limpiarse con una toalla que encontró cerca del gran ventanal y lo escuchó otra vez.

Ahhh ahhh, ahhh ahhh.

Levantó rápidamente su cabeza y nuevamente vio la luz intensa.
Una mano tocó su hombro sacándola de su trance.

—Hola Elsa, ¿pasó algo?— Jack tenía una sonrisa en su rostro.

—Hmm no, todo esta perfectamente bien— sonrió de manera nerviosa.

—Ya casi es tu entrada, Anna está recibiendo a todos mientras dice unas palabras, estoy seguro de que todos se alegraran al verte. Así como lo hice yo— tomó sus manos para depositar un leve beso en los nudillos de la ojiazul.

—Jack hay algo que debo...— Rapunzel llegó apurada con ellos.

—¡Elsa! ¡Te toca!— con su mano la guió hasta la puerta.

—El deber llama— Elsa respiró profundo y caminó hacia adelante.

—Me honra ser yo quién dé la bienvenida a alguien muy especial, la mejor persona que he conocido en mi vida, la Reina de Arendelle— Anna estiró su brazo derecho dando paso a aquella platinada que llevaba un vestido blanco.

Elsa salía de las cortinas y todos la veían asombrados, algunos lloraban, otros sin saber que estaba pasando.

—¡La Reina ha vuelto a casa!— todos comenzaron a aplaudir y a gritar el nombre de su majestad.

—Anna, no me dijiste que ibas a presentarme como la Reina— estaba preocupada por cómo lo tomarían algunas personas.

—Tú eres la Reina de Arendelle, y el pueblo necesita de ti— sonrió para calmar a su hermana. La tomó de la mano y volteó a ver a todos. —¡A celebrar!— la castaña hizo una señal para que Jack entrara al salón.

—Mi Reina, ¿me permitiría bailar con usted?— extendió su mano esperando una respuesta.

—Claro que sí, mi apuesto Guardián— respondió ella con una sonrisa.

Mientras todos en el castillo celebraban, cierto pelinegro estaba ansioso por que la fiesta se acabara de una vez, quería entrar al castillo así nada más, pero Anna fue muy estricta con sus condiciones.

—Hiro, ¿y si entras para ver que pasa?— incitó a su hermano menor a entrar.

—¿Quieres que me saquen a patadas?— preguntó de manera sarcástica.

—Tienes razón. Iré yo mismo— se levantó de su asiento y se fue directamente hacia el castillo.

Antes de que llegara a la puerta, una voz lo detuvo.