¡Pelea una última vez!

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❄️Narradora❄️

Todos estaban esperando a que Pitch mordiera el anzuelo. Que mejor Bian para ese trabajo.

—Vaya... ¡Qué sorpresa! Nunca imaginé que vendrías a entregarte tú sola— el pelinegro salió entre las sombras.

—¿Entregarme?— preguntó burlesca.— Sólo quise venir a matarte antes de que alguien más lo haga— cerró sus ojos y con una sonrisa arrogante hizo aparecer su lanza.

—Terminemos lo que empezamos hace mucho tiempo, querida Bian— se dirigió corriendo hacia ella.

Mientras ellos dos peleaban con sus armas y lanzaban poderes, todos estaban atentos en los movimientos de Pitch, en cualquier momento podrían atraparlo y derrotarlo.

Antes de que llegaran a la Montaña del Norte; Norte y Bian hablaron en privado.

¿Sabes lo que hay que hacer para acabar con Pitch?— la ojiverde lo miró con seriedad.

–Lo sé, sólo tú y yo lo sabemos– la tomó por los hombros.– Luna dijo que era necesario sacrificar el cuerpo físico de uno de los Guardianes que él había elegido– apartó la mirada.

Y todos sabemos quién debe hacerlo, ¿no es así, Norte?– suspiró pesadamente, le entregó un cristal color verde oscuro y salió de la oficina del castillo.

Norte estaba muy atento en la pelea que tenía al frente, que descuidó su espalda.

—Creí que iba a ser un combate justo— se paró en seco y se rodeó de su propia oscuridad.

Bian retrocedió en el aire y se elevó unos metros del suelo. Abrió los ojos debido a la sorpresa y se dio cuenta de que la iban a atacar por la espalda y volteó rápidamente para defenderse.

Una de las pesadillas con las que había peleado recientemente la golpeó antes de que pudiera cubrirse.

—¿Creíste que no me daría cuenta?— chasqueó los dedos y todas las pesadillas rodeaban el bosque debajo de la Montaña.

La pesadilla que ayudaba a Pitch atacó a Norte con una de sus flechas, pero logró esquivarlo.

—¡Ataquen!— dio la orden que todos esperaban.

Todos salieron de sus posiciones, Elsa salió directamente hacia Pitch.

—¡Que sorpresa!— el pelinegro exclamó.

La platinada simplemente no dijo nada, y siguió en lo suyo. Ella estaba en ventaja por mucho, estaba muy concentrada en la pelea que descuidó todos sus puntos ciegos.

—¡Elsa, cuidado!— sintió unos brazos agarrándola por un costado. Ambos cayeron al suelo.— ¿Estás bien?— preguntó el pelinegro levantándose del suelo.

—Lo estoy, ¿por qué hiciste eso?— lo vio confusa.

—Te llegaban flechas por la espalda— estiró su mano para que ella la tomara.— Si tengo que arriesgar mi vida por tus disculpas, lo haré— sonrió levemente.

Elsa tomó su mano y se levantó del suelo.

—No podrán ganar nunca, mis pesadillas son más que ustedes, incluso más fuertes— soltó una carcajada.

—¿Con que eso crees?— la platinada sonrió de lado. Separó sus pies a la altura de sus hombros y un círculo azul la empezó a rodear.

La luz del círculo la cubrió totalmente, creando una ventisca y chasqueando los dedos, hizo un ejército de hombres de nieve, cubiertos de hielo como armadura.

Hielo oscuro: tu mayor miedo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora